Cada ida a Prasann era una cita con ellos que esperaba con ansias. Aproveché que Sofía, la directora de Marketing Digital de Guía oca, me acompañaba a una reunión con Martín Hernández, chef y creador de Prasann, no sólo para un encuentro más con “lo de siempre”, sino para que ella se enamorara de esos Buns tanto como yo, y de paso, descubriera uno de mis lugares favoritos (la comida, los precios y la vista lo hacen algo único en Puebla).
Todo cambió cuando mi compañera, muy clara y tajantemente dijo: “no quiero cerdo”. Tras comentarle a Martín una sonrisa muy característica se dibujó en su rostro: podría preparar algo diferente y además, hacerle descubrir a alguien algo completamente nuevo. Pocas satisfacciones tan grandes en este mundo como esa.
Lo que prosiguió fue básicamente redescubrir Prasann desde cero, como si fuera la primera vez. Todo empezó con un Salmón Marinado, creación de Martín, y que va en mirin con cebolla cambray, gohan, ensalada de algas marinas, masago y zanahoria. Gran forma de iniciar a alguien aquí, ya que este plato condensa la esencia del lugar a la perfección: una combinación deliciosa de lo mejor de la cocina de diversos países de Asia.
Siguió un Mongolian Beef, que pese a su nombre es chino (tal vez el hecho de que sean vecinos influya), y que consiste en puntas de filete bañadas en salsa dulce de soya y viene acompañado de cebolla cambray, sésamo y arroz al vapor. Era imposible que el nivel de exquisitez fuera subiendo, pero así era. Cada platillo verdaderamente era un mundo nuevo.
El clímax vino con el Curry Thai Verde, un platillo ideal para compartir y al que sinceramente le tenía miedo porque nunca se es demasiado cuidadoso con el curry. En este caso nos lo sirvieron con camarones (existe la posibilidad de pedirlo con pato) y venía acompañado de uvas, berenjena, albahaca, nuez de la india y arroz al vapor.
El chef nos recomendó acompañar el primer plato con un sake y seguir los demás con una cerveza Lucky Buddha, que es lo suficientemente ligera y fresca para cada uno de ellos, y además su sabor no invade al paladar. Como si hubiera cabida para más, Martín decidió concluir nuestro recorrido con un Pastel Filipino de Yuca con leche de coco y helado de la casa.