Así vivo mi ciudad: recomendaciones diciembre

Recomendaciones Puebla

Así vivo mi ciudad: recomendaciones diciembre

Julieta, Miguel, Rodrigo y Daniela 
nos platican de cafeterías clásicas, bibliotecas históricas y secretos del Centro.

Julieta

“Ahí también ves refejado el amor de las personas que trabajan en ese lugar”

“Es un barrio muy vivo, muy especial, pero a la vez lleno de tradiciones, pero tradiciones… en un aspecto muy fraterno. Desde hace años tú conoces a la persona que vende las cemitas aquí en la esquina y la conoces tan bien que es como si fuera tu tía, o el Girofles que hace tortas aquí en la 2. Te sientes tan en confianza de regresar siempre a los sitios que conoces, que la innovación es eso: reconocerlos. Reconocer que han perdurado tanto tiempo”.

Julieta es capaz de enumerar una memoria distinta del Centro prácticamente en cada etapa de su vida. Como de niña, cuando con sus padres visitaba esos locales “de toda la vida” o ya en sus años de estudiante, que lo veía “como un espacio muy dinámico: en una calle iba a una librería, en otra a una cafetería, en otra me encontraba el zócalo, a unos pasos de ahí una galería”.

Ahora que es jefa de medios y difusión en el Museo Amparo, así como gestora cultural independiente lo vive desde una perspectiva nueva: “durante más de dos años y medio ha sido como sentirme en casa. Tengo cerca todo, sé a dónde ir, sé dónde refugiarme en cualquier situación. Sí hay cosas nuevas, espacios muy innovadores, muy lindos, pero curiosamente siempre regreso a los mismos lugares”.

Y por eso su recomendación es un absoluto clásico: La California.

“Para mí es un lugar muy especial porque la visito desde que era niña. Siempre que venía con mis papás al Centro y pasábamos por esa calle se me antojaban las paletas. Hasta la fecha es un lugar que visitamos de manera muy constante y que es muy icónico para mí”.

Julieta tiene un ritual muy específico cuando se trata de ir a La California: “Recomiendo la paleta de chocolate y las cremitas. La paleta para comer ahí mismo y las cremitas para llevar. Tienen una forma de envolver el producto, una delicadeza… tú ves el amor con el que te envuelven tus cremitas en una bolsa de papel que es preciosa. Ahí también ves reflejado el amor de las personas que trabajan en este lugar”.


Miguel y Rodrigo

“Cualquier persona que viene a Puebla o que vive en Puebla no verá algo similar en ninguna parte del país”

“Esta vista nos recuerda el orgullo de ser poblanos, el hecho de que en ocasiones no nos damos cuenta de la riqueza que tenemos en Puebla. No nos damos cuenta que gran parte de la historia de México como país se forjó acá, en la cuatro veces heroica. No podemos despegarnos de la idea de que Puebla como ciudad fue la segunda en importancia durante los 300 años de la colonia, durante los primeros 100 años del México naciente. Entonces todas estas joyas que tenemos como la Casa del Alfeñique, la Biblioteca Palafoxiana, la Capilla de Santo Domingo no son coincidencia: son legado de una gran Historia que hay en Puebla. Y claro que la cereza en el pastel es la catedral. La catedral es una locura”.

Miguel Íñigo es un apasionado de la historia de su ciudad, el orgullo que siente es más que evidente. Esa pasión por Puebla lo llevó a abrir junto con su socio, Rodrigo Lezama, Áttico 303, un espacio en el que buscan demostrar todo lo que les enorgullece del pasado, el presente y el futuro de la ciudad. Enmarcado en la mejor vista que se puede tener de la catedral de Puebla.

“Yo me imagino que cuando se empezó a construir la catedral, ha de haber sido el edificio más impactante de la época. Attico 303 se trata de enamorarnos del Centro de nuevo y enorgullecernos de él”, concluye mientras observa el imponente edificio.

Lo anterior hace que resulte natural la recomendación de los creadores de este restaurante, un espacio vinculado profundamente con la historia de Puebla: la Biblioteca Palafoxiana.

“Es uno de los pocos lugares en México que tiene una conexión de ese tipo con la historia mundial. Responde al nombre de la persona que trajo toda esa colección de libros: Juan de Palafox y Mendoza. Precisamente en este intento de traer la cultura al nuevo mundo –porque por orden real no podían traer la imprenta a México– empezó a traer barcos llenos de libros. Hay ejemplares que todas las copias en Europa fueron quemadas por la inquisición y las únicas que sobrevivieron están aquí: libros que no hay en ninguna otra parte del mundo”.

“Por los $25 pesos que cuesta la visita, cualquier persona que viene a Puebla o que vive en ella no verá algo similar en ninguna parte del país, de América Latina o de América en general”.

Áttico 303

Daniela

“La gente está apostando muchísimo por el Centro Histórico, están apostando por rehabilitarlo, redensificarlo, por regresar esta vida de barrio”

“Lo que más me gusta del Centro Histórico es que todos los días descubres algo nuevo, todos los días tienes muchísimas cosas por ver. Puedes caminar, voltear hacia arriba y ver un balcón diferente, una cornisa diferente, un elemento arquitectónico que nunca habías visto; texturas, materiales, composiciones arquitectónicas de todo tipo”. Daniela Calderón es una auténtica enamorada de este barrio; su trabajo en la Gerencia del Centro Histórico es la muestra más clara de ello.

“Puebla es una ciudad rica en todos los sentidos: arquitectónico, gastronómico, artístico y cultural. Es una ciudad que tiene casi 486 años y no acaba de sorprendernos, de formarse y de entender esta composición entre la traza, la gastronomía, la cultura, la arquitectura y todo lo que te puedas imaginar”.

Con lo anterior, no resulta extraño que su recomendación sea una leyenda que resultó cierta: “Los Secretos de Puebla. Son estructuras que quedaron bajo tierra. No sé si han escuchado los mitos de que abajo de la ciudad hay túneles: pues son realidad. Se pueden visitar y sirvieron en algún momento como cuarteles de guerra”.

Daniela considera que “para el Centro vienen cosas muy buenas, lo estamos viviendo. La gente está apostando muchísimo por el Centro Histórico, están apostando por rehabilitarlo, redensificarlo, por regresar esta vida de barrio, por volver a la vida cotidiana de salir caminando, o de ir en bici, o de ir a la tiendita, esa es la idea: devolverle la habitabilidad al Centro Histórico para que la gente pueda sentirse en una zona cálida y que se pueda habitar”.


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