Amar y odiar las vacaciones

En el verano los cuerpos diversos existimos

Amar y odiar las vacaciones

Teresa Flores Solana 
Doctorante en Creación y Teorías de la Cultura por la UDLAP

Las vacaciones, el calor, las albercas y la playa han tenido siempre un doble significado en mi vida. Por un lado, ocupan un lugar en mi memoria lleno de alegrías y momentos de diversión y disfrute junto con mi familia y gente querida. En otro sentido, han tenido siempre esa serie de “peros” de los que ha sido muy difícil desmarcarme:

Estoy feliz porque me voy de vacaciones, pero me tengo que depilar

Me encanta disfrutar del mar y la alberca, pero usar un traje de baño de aterra y peor aún un bikini

Disfruto mucho el verano, la ropa ligera y el sol, pero es difícil encontrar ropa de mi talla, y mostrar mi cuerpo gordo en shorts o con playeras más veraniegas no es sencillo

Amo a mi familia y amigxs, pero me duele y enoja que opinen sobre mi cuerpo

Me llevó años entender de dónde venía esta ambivalencia encarnada en mi cuerpo, aún hoy con 34 años sigo en proceso de entender, deconstruir, construir y reconstruir. Las palabras patriarcado, estándares de belleza, cultura de las dietas, gordofobia y violencia estética estaban completamente fuera de mi vocabulario cuando tenía 8 años y me puse a dieta para mi Primera Comunión. O cuando tenía 11 y me horrorizaba el camino de la silla en donde dejaba mi toalla y mi ropa hacia la alberca porque me tenía que mostrar en traje de baño frente a los demás niños y niñas y no quería ser objeto de burlas por eso. Tampoco tenía idea en ninguna de las múltiples veces que me puse a dieta en la secundaria, ni en la prepa ni en buena parte de mi vida universitaria. No sabía que no tenía por qué disculparme por engordar o justificar mi peso frente a nadie, ni siquiera profesionales de la salud que, en su mayoría, centran su noción de salud — equivocadamente— en el peso y la talla. Pensé que era “normal” expresarse públicamente despectivamente de la panza, de las lonjas, del propio cuerpo y de todo lo relacionado a la gordura como algo horrible aún enfrente de personas de mayor tamaño y/o peso que yo, sin importar el mensaje que eso daba sobre lo despreciable que se considera un cuerpo gordo. Yo encarné la gordofobia durante más de mitad de mi vida y no tenía idea de lo que estaba pasando. Sólo sabía que me había sentido muy mal.

Pensé que estaba cuidando mi salud cuando restringía sistemáticamente carbohidratos de mis alimentos o reducía calorías de mi ingesta diaria. Y así sucesivamente. Fui, como muchas otras más en algún momento, de aquellas personas que creíamos que reduciendo el tamaño de nuestros cuerpos estaríamos mejor y seríamos más felices.

Los veranos eran, al mismo tiempo, una ilusión y un terror hasta que hace muy poco tiempo me encontré con el enfoque de salud en todas las tallas (Health At Every Size por sus siglas en inglés), la alimentación intuitiva y lucha anti gordofobia. Entendí que los cuerpos gordos son parte de la diversidad humana, que la idea de que podemos controlar nuestro peso es obsoleta y que las dietas forman parte de una lógica de mercado que quiere vendernos productos, gimnasios, suplementos, medicamentos, etc.

Para mí es importante aclarar que yo no soy nutrióloga, ni psicóloga experta en trastornos de la conducta alimentaria. Al final de este texto dejaré referencias a mujeres pioneras en el tema y de cuya expertise y lucidez he aprendido ampliamente, además de sentirme inspirada y liberada por sus luchas y su trabajo comprometido. 

Pero quiero hacer un especial énfasis en una de ellas,  la nutrióloga Raquel Lobatón quien, junto con la doctora en psicología Miriam Sánchez explican que “HAES rechaza la noción de que el peso o el IMC son buenos indicadores de salud. Mejorar la salud no implica perder peso o alcanzar una determinada forma o tamaño corporal. HAES reconoce que los pesos más altos (al igual que los más bajos) se correlacionan con resultados de salud negativos, pero no existe evidencia que demuestre que sea el peso en sí mismo la causa de dichos resultados ni que la pérdida de peso evite esos resultados. Sin embargo, sí hay evidencia de que el estigma de peso se asocia con los mismos resultados de salud negativos que se achacan al peso y de que los ciclos de pérdida y ganancia de peso (característicos de los dietantes crónicos) perjudican también significativamente la salud del individuo. Recomendar la pérdida de peso como intervención médica es ineficaz no sólo porque la gran mayoría de personas tiende a recuperar el peso o más en el plazo máximo de 5 años, sino también porque favorece las fluctuaciones de peso y las conductas alimentarias de riesgo que pueden derivar en trastornos alimentarios [1].”

Este texto está escrito desde mi experiencia y quizá sea eso lo que ha hecho que me cueste tanto trabajo escribirlo. Como mujer gorda, he acumulado heridas que me han generado mucho dolor y mucha vergüenza. Reconozco también muchos privilegios de clase, raza, acceso a la educación, etc., que muchas otras mujeres no tienen y que me permiten estar aquí escribiendo esto. Soy muy consciente de que mi caso no es ni el único, ni el peor. Pero es el que mejor puedo compartir.

Mi apuesta en poner estos temas sobre la mesa reside en que la discusión sobre el respeto a la diversidad de los cuerpos se abra. En el verano o en cualquier otra estación del año, los cuerpos diversos existimos y ese es nuestro derecho. Mostrarnos de la manera en que deseemos hacerlo también lo es. No tenemos mal gusto por ponernos un bikini si tenemos estrías o panza, y tampoco somos valientes por usar un croptop en un día de muchísimo calor. Somos personas que nos vestimos como queremos y cómo podemos. No tendría por qué ser de otra manera.

Si nada de esto te hace sentido o te interesa, yo te invito a que te quedes con esto: dejemos de opinar sobre los cuerpos de otras personas y reconsideremos el hecho de que nuestro cuerpo, en la talla que sea y con el peso que sea, merece un trato digno no sólo de los demás sino también nuestro. Aprender a amarnos, respetarnos y honrarnos es un paso difícil frente a un mundo que lucra con nuestro auto-odio. Esto impacta directamente también en la manera en la que nos relacionamos en comunidad.

Si te interesan estos temas, no dejes de seguir el trabajo de:

[1] Lobatón, Raquel y Miriam Sánchez. “Mitos Populares Sobre Salud En Todas Las Tallas (HAES)® Y La Realidad Detrás De Ellos”. Disponible en: https://raquel-lobaton.com/mitos-populares-sobre-salud-en-todas-las-tallas-y-la-realidad-detras-de-ellos/

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