Gaby Chumacero: completa, precisa y terminante

Entrevista con una leyenda del activismo trans en Puebla

Gaby Chumacero: completa, precisa y terminante

Lo rotundo es, según el diccionario de la Real Academia Española, aquello que es “completo, preciso y terminante” y Gabriela Chumacero es rotunda en todos los sentidos.

Gabriela es, para comenzar, completa. No hay cosa que no haga o que no haya hecho. Activista por los derechos de la comunidad trans, de la diversidad sexual, de las mujeres indígenas trans, de las personas de la tercera edad del colectivo LGBT+, de las juventudes trans y de las trabajadoras sexuales. Es también una empresaria que ha buscado a lo largo de su trayectoria generar empleos para integrantes de nuestra comunidad, pero también para quien lo necesite, porque otra cosa que la caracteriza es que es muy generosa. Es además auxiliar en los Juzgados Calificadores, donde antes llegaba a exigir justicia desde fuera y ahora lo trabaja desde dentro. Amantes de los animales y las plantas (durante nuestra sesión de fotos sufrió en verdad cuando se nos cayó parte de la escenografía) y como ella misma concluye su amplia descripción, “ser humano y amiga”.

Es precisa, pues todo lo que ha realizado a lo largo de sus casi tres décadas de trayectoria ha sido para ver acciones reales, o como ella misma dice, “que las cosas se hagan de verdad”. Así lo ha hecho en su lucha personal o más recientemente con las organizaciones de las que forma parte: Grupo Transgénero y la Coalición Agnes A.C., nombrada así por la activista que inició el proyecto de ley que permitirá a las personas trans de Puebla tener documentos que vayan acorde a su identidad y por el que Gaby luchó una década.

Y es terminante: basta platicar con ella para ver que Gaby no se va con rodeos sino que es brutalmente honesta.

Este 17 de mayo que se celebra el Día Internacional de la Lucha contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia (IDAHOTB, por sus siglas en inglés), diversos colectivos activistas organizaron, entre las muchas actividades que tendrán esta semana, un diálogo llamado “Las históricas” y cuya descripción dice “conversatorio con las leyendas del activismo en Puebla”, si hay una de esas leyendas, esa es Gaby Chumacero.

“Mi nombre es Cinthia Gabriela Chumacero Rodríguez, tengo orgullosamente 50 años, soy activista por los derechos humanos de la comunidad trans, de la diversidad LGBT, trabajo en Juzgados Calificadores y estamos en la lucha de una no discriminación, de una comunidad trans que siempre ha estado marginada”, comienza Gaby rotunda. Completa, precisa y terminante.

Recientemente, Gaby ha enfocado su lucha aún más “a una población que la sociedad, el gobierno no ha tomado en cuenta realmente: las mujeres indígenas trans […]. La visibilidad en la mujer indígena trans es todavía más difícil que la de nosotras en la ciudad. Me estoy enfocando también en algo muy grande que se tiene que hacer: un albergue para las personas trans de la tercera edad y para las juventudes trans”.

“Durante varios años Gabriela Chumacero luchó sola en compañía de grupos LGB”, la falta de la T en lo que dice Gaby aquí no es casualidad, pero de eso hablaremos más adelante. Sobre su trabajo agrega, “hoy en día estamos luchando de la mano con varios colectivos nacionales e internacionales”. De esa unión surge la Coalición Agnes, sobre la que comenta “es algo que necesitábamos: la unión de las mujeres trans y de la comunidad trans para hacernos más visibles. Grupo Transgénero, otra de sus organizaciones, “se formó para la sociedad trans después de tantos golpes y tantos transfeminicidios, feminicidios de las mujeres trabajadoras sexuales”. 

“La comunidad trans durante tantos años ha sido discriminada, ha sido golpeada sin una salud digna, sin una vivienda digna, sin una educación digna. Hemos tenido que luchar por nuestros derechos, para que nos vean como seres humanos. Nos ha costado mucho, pero a base de esfuerzo, de tocar puertas, con el gobierno del Estado, con empresarios…hace 15 años no teníamos los mismos derechos por los que se han luchado para que tengamos una elección”.

“Cuando sabes que tienes que levantar la voz y decir basta…”

La lucha de Gabriela comienza en la calle y comienza con y por sus compañeras. “Empecemos porque yo era trabajadora sexual y aunque ya no lo ejerza, lo sigo siendo porque sigo defendiendo a mis compañeras. Hace 15 años cuando nos marginaban, nos pegaban y los policías hacían lo que quisieran con nosotras, Alejandra Fonseca nos enseñaba sobre derechos humanos, nuestros derechos. Ella buscó también que tuviéramos una carrera técnica. En tres años podías especializarte en idiomas, en cocina…teníamos varios talleres en el ICAP [el Instituto de Capacitación para el trabajo] donde nos dieron un título respaldado por la SEP y pues ahí ya se veía el trabajo, ya tenías algo que presentar. El mío fue de colorimetrista”.

Pero fue la excesiva violencia contra las mujeres trans la que llevó a Gaby a tomar acciones más concretas. “Había un tiempo en el que cada 15 días mataban a una chica trans, éramos clientas del Panteón Municipal”.

“Yo estuve en el Cereso, entonces ver esa discriminación ahí, vivir la violencia cuando yo era trabajadora sexual me movió a hacer algo. Después de la cárcel me metí más en el activismo y la lucha por nuestros derechos. Me dediqué a ir conociendo más asociaciones, a personas que luchaban por los derechos de la comunidad. Éramos las vestidas, las showseras; decidimos entonces luchar por no ser discriminadas. Porque no éramos mujeres trans, éramos ‘las vestidas’, éramos marginadas por la policía, golpeadas, nos revisaban la bolsa y si teníamos más de tres condones éramos trabajadoras sexuales y nos arrestaban. Y ahí va Gabriela a hacer su escándalo como siempre, a luchar por nuestros derechos y a que no por tener 20 condones eras trabajadora sexual (eso ya era elección de cada quién) […]. Era la lucha por nuestro derecho a la salud, fue meterme poco a poco a asociaciones y al sector salud, por la problemática de tanto personas que viven con VIH, como a las personas que han maltratado y sacado de su casa. En el momento que los familiares se enteraban de que las personas eran positivos los sacaban a la calle”.

A principios de la década de los dosmiles conoce a la asociación Vida Plena, que desde entonces ha sido instrumental para la lucha por los derechos de la comunidad LGBT+ en Puebla. “Siempre han sido mis aliados, mi trampolín. Son de los que más han hecho aquí: desde la primera marcha hasta la última”. Y es también por estas épocas que forma su primer colectivo: “El de las chicas trabajadoras sexuales, pero la comunidad no nos incluía. Llegábamos a los antros y nos decían que éramos muy agresivas, pero no, sólo nos defendíamos de las agresiones que nos decían. Nosotras íbamos a disfrutar y no faltaba el que se sentía millones y te barría, y para el carácter que tiene una”, dice, mientras alza la ceja y le da un trago a su cerveza.

“Hay bastante discriminación incluso en la comunidad LGBT. Siempre lo he dicho: ¿Cuándo va a ser que yo vea que en Puebla hay comunidad? Aquí solo hay grupitos […]. En ese entonces no había unión en la comunidad LGBT, siempre a las trans nos han agredido, nos ocupaban. A mí me llamaban para invitarme para una rueda de prensa pero sólo para el rostro, no para los derechos. Hasta que dije: un momento, no me pagas ni el café y yo ahí sentada. Entonces dices, es momento de levantar más la voz, de no dejar que me estén discriminando, que me estén ocupando”. 

Son muchas las discriminaciones que Gabriela ha enfrentado: “la discriminación de la sociedad en general, la discriminación de mi propia comunidad, la transfobia entre nosotras mismas, la transfobia de las feministas que no quieren a las trans, la discriminación en el trabajo sexual…yo he luchado contra todas”. 

“Defiendo los derechos de la comunidad trans porque yo también lo viví. Esas agresiones, esas violaciones, esos golpes, esa violencia como que una vez unos hombres me dejaron afuera de mi casa pelona y me golpearon. Es cuando sabes que tienes que levantar la voz y decir basta”.

“Si tienes un peso, repártelo con una amiga y dale de comer…”

Otro de los puntos importantes en la trayectoria de Gaby Chumacero es sin duda el Bar 5 de Mayo, un pequeño local ubicado en el andador del Centro Histórico de Puebla que llevaba el lugar en su nombre y que solía estar ubicado entre la 14 y la 16 Oriente. Aquel pequeño espacio no sólo fungió como un centro nocturno, sino como una fuente de trabajo para muchas personas, pero principalmente, mujeres trans en donde se les daba empleo como meseras, cajeras o, como diría Gaby, “showseras”.

Cuando le pregunto cómo o por qué surge la idea de crear un espacio tan dinámico como el 5 de Mayo, simplemente responde: “Porque yo era puta de ahí. Yo te digo lo que es”. De nuevo, completa, precisa y terminante.

“El bar era de mala muerte. Yo sólo fui como 3 veces, pero entonces le empiezan a meter luces y luego conozco al dueño y me quedo ahí como encargada. Empecé a generar empleos, y ya en ese entonces conocía a Vida Plena, entonces empezamos a hacer activismo. Empiezo a meter también el show también, metí DJ, metí una rocola, de todo”.

Así pues, en aquel pequeño rincón del Centro Histórico con 8 mesas había desde espectáculos drags o de strippers hasta pláticas de prevención de VIH o derechos sexuales. “Era tanto mi amor por el bar que yo trabajaba desde con la que empezaba hasta con la que era profesional. Les daba trabajo de meseras, de show o de lo que sea. Mi alegría es que ya se iban bien de ahí”.

Porque otra cosa que tiene Gaby es que es mujer de negocios como pocas. “Siempre he sido emprendedora, si vendo pepitas, las vendo todas, porque vengo de una familia comerciante y de una madre humanista que me enseñó que si tienes un peso, repártelo con una amiga y dale de comer. Aunque a veces no he tenido nada, me han dejado la casa vacía, pero yo me paro, veo que hago y compro una mesa y una silla”.

Y así fue, cuando le quitaron el 5 de Mayo con una inversión hecha por ella que había transformado el lugar, abre El Rincón de Gaby, con el que duró 3 años y donde repitió su modelo de generar empleos para la comunidad. “Lo que tengo yo con todas las trans y todos los gays que llegan es agradecimiento por haberles dado un taco cuando no tenían en donde vivir. Vamos a la casa, vístete, cálzate, vas a salir adelante. Come y luego vamos a ver qué se va a hacer. Todos los que necesitaron una mano amiga (que no por sexo) ahí la tuvieron”.

“Yo quiero que las cosas se hagan de verdad…”

Otra característica esencial de Gaby es su honestidad brutal. “Conmigo saben que no me voy a dejar, digo las cosas como las siento. No me gusta ser dos caras ni demostrarte algo que no siento. Hay que ser un poquito más inteligentes, manejarlos cuando ellos piensan que te manejan a ti”. Y por eso mismo la palabra que más se vincula con su activismo es “verdad”.

“Sí, yo quiero que las cosas se hagan de verdad. Yo quiero que las chicas de la tercera edad tengan donde vivir. Que a quien sacan de su casa tenga un lugar por lo menos unos 20 días mientras ve qué hacer. Que tengamos un doctor en donde si tienes VIH luego, luego te atiendan. Donde se vean realmente los valores del ser humano, no como trans o no como gay, sino como seres humanos”.

Precisamente una de esas cosas que tenían que realizarse era la ley de identidad trans, que en nuestro Estado se conoce como Ley Agnes, por la activista y psicóloga Agnes Torres, que empezó a trabajarla en 2009 y la presentó por primera vez ante el Congreso en 2011. Y desde entonces, Gaby estaba ahí.

“Desde que se metió la primera iniciativa en Puebla, tenía que estar yo ahí. […] Cuando nos piden la agenda trans, cuando fuimos a tocar puerta en puerta y nos metimos hasta el Congreso, empezamos a reformar las primeras iniciativas que se hicieron, capítulo por capítulo, fragmento por fragmento. Después de que muere Agnes [la activista fue asesinada en 2012] me llama Vida Plena para darle seguimiento a la iniciativa y me dijeron que íbamos a trabajar juntos para que sí se haga, porque nosotras también tenemos derechos”.

Tras años de trabajo, el pasado 25 de febrero el Congreso poblano aprobó la Ley Agnes, que permitirá a las personas trans tener documentos legales acordes a su identidad de género autopercibida. “Como le dije a todo mundo: ya lloré, ya celebré, pero falta mucho”.

Ante todo eso que queda por hacer, Gaby voltea hacia las generaciones más jóvenes de activistas trans. “El movimiento está en el punto de aprender, y de enseñarles a las nuevas generaciones, tiene que haber alguien más en representativo de la comunidad trans, en la comunidad LGBT. Hoy en día la comunidad joven tiene que ver por esa herencia que les estamos dejando, que nos ha costado vidas, llanto, desvelos, lágrimas de ver a una amiga o no amiga en un anfiteatro, ver como los señores del anfiteatro se mofan de la trans y les echan el agua así. Aún muertas nos siguen discriminando, nos siguen matando más. Esa transfobia tiene que terminar ya, hacer valer nuestros derechos como seres humanos”.

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