“Nos tratan como criminales”, me escribió un amigo a mediados de enero. La plática giraba en torno a la nueva Ley Antitabaco y los cambios que se implementaron al Reglamento de la Ley General para el Control del Tabaco que entraron en vigor el 15 de enero del 2023. De un día para otro, los mostradores de los Oxxos se vieron envueltos en lonas negras, en bolsas de basura que servían como cortinas improvisadas para tapar las cajetillas de cigarros y demás productos con tabaco, dándole a las tiendas un tono apocalíptico en unos tiempos ya de por sí apocalípticos. Pero eso no fue todo, las tan concurridas áreas de fumadores dejaron de existir tal como las conocíamos.
“México se posiciona como el quinto país de América en prohibir la exhibición de productos de tabaco en puntos de venta, como medida de salud pública” presume el Gobierno de México en su portal. Ni fotos, ni anaqueles, ni nada. Cualquier producto de tabaco quedó escondido en todo punto de exhibición, y no solo eso, los espacios totalmente libres de humo y emisiones también se ampliaron. Oficinas, parques, playas, estadios, camiones, combis y escuelas, incluyendo universidades, serían de ahora en adelante libres de humo.
Como una persona no fumadora, esta noticia no me movió ni un pelo; siendo sincero, hasta se me hizo buena idea. A mis amigos fanáticxs del tabaco, por no decir aferrados, los horrorizó. Y después de unas semanas digiriendo la información y visitando a ciertos clientes, comencé a ver más contras que pros. Fue en esa encrucijada mental en donde la duda nació: ¿Y qué pasó con los arguiles?
Si mi memoria no me falla, las shishas se pusieron de moda entre el 2010 y el 2012 (o por lo menos en esos años fue cuando me di cuenta que existían). Poco a poco los cafés comenzaron a colocar las altas estructuras de metal y vidrio llenas de agua caliente en el centro de sus mesas. El éxito duró un buen rato y años más tarde la moda se volvió un asunto cotidiano. Poco a poco las hookahs comenzaron a ser un frecuente en cafés y restaurantes.
Con la nueva reforma los espacios libres de humo de tabaco llegaron a terrazas, centros comerciales, restaurantes y bares. Pero el área de fumadores no desapareció, sólo se transformó. Lo que la ley dicta es que en las áreas en donde es posible fumar ya no se podrán ofrecer servicios de bebidas y alimentos. Eso quiere decir que las sobremesas ya no son posibles con cigarro en mano; mucho menos las comidas y cenas, incluso un café por la tarde.
Si bien el cigarro es más fácil de disfrutar —vaya, en la comodidad de tu casa puedes prender uno sin miedo a que te multen—, la shisha es otra historia. En primera, necesariamente se tiene que hacer en una mesa; una mesa sin consumo no es un buen negocio. Desechar el equipo tampoco es opción, un narguile va de los $1,000 a los $3,000, eso sin contar los insumos.
Con el pretexto de que ayer fue el Día Mundial Sin Tabaco, hablamos con una persona al frente de uno de los espacios en donde los narguiles eran —o son— una de las estrellas de su carta. Para evitar cualquier conflicto decidimos mantenerlo bajo el anonimato. Aquí lo que quiero rescatar son sus opiniones.
“Al principio, cuando dieron la noticia y nadie podía fumar en nuestra terraza, los clientes a los que les gusta el tabaco se desmotivaron.” nos cuenta. Según Daniela Mijares, presidenta ejecutiva de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (CANIRAC) las ventas de establecimientos bajaron un 30% en México. Algo similar ocurrió en Puebla, según nuestro entrevistadx sus ventas, en aquel primer mes, bajaron un 20%. La buena noticia fue que se fueron incrementando durante los siguientes 3 meses hasta regularse.
Actualmente este espacio, así como muchos otros, pidieron amparos para que los clientes fumen y sean atendidos. Pero las cosas no son tan fáciles, Carlos Azomoza Alacio, presidente de la CANIRAC en Puebla, informó que para mayo de este año solo el 10% de estos amparos fueron exitosos, cifra que representa a unos 6 establecimientos de 55. Un número bajísimo.
La cuestión aquí es si realmente esta Ley ha ayudado a disminuir el uso del cigarro. “Realmente sí hizo conciencia en la gente. Hay muchos clientes míos que hoy continúan asistiendo a los restaurantes pero ya no fuman tanto como antes o incluso a veces ya no lo hacen para nada.” finaliza nuestrx entrevistadx. En lo que a mi respecta, creo que es una respuesta difícil.
Si bien el sector restaurantero ha tenido unos años bastante difíciles desde el 2020 gracias a la pandemia que hasta hace algunas semanas (el 6 de mayo) llegó a su fin, el tabaquismo en México es un problema de salud pública. Según el Informe sobre el Control del Tabaco en la Región de las Américas 2022 creado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), México ocupa el sexto lugar en fumadores adultos y el tercero con el mayor número de jóvenes consumidores de cigarro (19.8%)
Queda clarísimo que el problema con el tabaco es real y qué soluciones son necesarias, pero agregar otro peso a la industria gastronómica nacional es, en mi opinión, más un bache que un arma. ¿Tú qué piensas? ¿Estas a favor o en contra de la aplicación de la Ley Antitabaco a centros de consumo?