Traspatio: Una casa para todos

Entrevista con Susana López González

Traspatio: Una casa para todos

Las palabras tienen mucha más importancia de la que a veces les damos. Y para Susana López González son esenciales. En su caso podríamos decir que son las piezas con las que delicadamente construye frases, que se convierten en ideas y eventualmente en realidades. Éste no podría ser el caso sino de una joven arquitecta pero con bastante experiencia.

La palabra “red” por ejemplo, es el nombre con el que decidió nombrar a su despacho (“habla de cosas que se tejen, de cosas que se amplían”); es, de hecho, el anagrama que condensa los principios de esta firma: “rompiendo esquemas diseñando”. También es el término en inglés para uno de nuestros colores favoritos y en el caso de Traspatio, un método de trabajo esencial.

Traspatio. Otra palabra importante y el motivo por el que un viernes de octubre nos sentamos a platicar con Susana sobre este proyecto de comunidad –porque no hay otra forma de nombrarlo– que ella junto con una red de colaboradores está desarrollando. Concretamente se trata de la remodelación de un inmueble del siglo XIX en la calle 5 Sur en el Centro Histórico que se convertirá en un proyecto de uso mixto que ofrecerá departamentos y espacios comerciales. 

Empezamos, como con todo durante nuestra entrevista, por la palabra misma: “Traspatio. Las casonas antiguas de cierto grado de nobleza tenían un patio central, también los edificios de gobierno –es una herencia de la arquitectura colonial– pero el término de traspatio tenía una connotación más popular”. Después nos vamos por otro significado: “existe también lo que se conoce como economía de traspatio, es decir, la señora que en esta área de la casa tenía las gallinas, donde el esposo también tenía el taller de carpintería. Generaban una economía propia en el traspatio. Este modelo de casa, especialmente, se asume que era una casa de índole popular, más de barrio, pues tiene un patio trasero y la intervención sucede ahí, no en un patio central”. Por último, hay también un sentido social: “Ahí festejaban el cumpleaños del hijo, se hacía la comida, se contaban anécdotas”, nos dice Susana.

Y es justo eso lo que ella y todos los involucrados quieren que suceda al tejer esta red: “Es una extrapolación contemporánea: traer esas actividades de traspatio a este edificio que estaba abandonando cuando lo recibimos y darles otra connotación; traer todos los usos posibles de una ciudad a una pequeña parte de la ciudad en sí misma, es decir, traer todas las actividades que pueden estar en una plaza mayor: arte, gráfica, música, gastronomía, convivencia. Básicamente traer a un pequeño traspatio lo que pasa en una plaza mayor”.

¿Y cómo piensan hacer esto? Volvemos a las palabras.

La palabra sola tal vez no sirva tanto como cuando genera diálogo y así es como sea crea Traspatio, a partir de él; pero de igual forma busca generar un intercambio, tanto de ideas como de palabras, entre quienes lo habiten, con los vecinos y con la ciudad misma.

El primer diálogo es entre el pasado y el presente: las costumbres de los antiguos traspatios con las nuevas connotaciones, como ya bien remarcó Susana. Pero en el espacio físico mismo se genera otro: los “muros limosna”, los originales, se mantienen junto a superficies planas y sencillas de concreto. Algo en lo que Susana hace hincapié es que se trataba de un espacio popular, del barrio y por lo mismo, los materiales que usan son de esta índole: “no estamos en un edificio barroco, estamos hablando de una casa popular y estamos usando materiales populares […], no estamos usando las grandes molduras, ni los grandes murales, ni elementos arquitectónicos. Yo creo que eso habla de un respeto; considero que es un error volver esta casa toda una concepción barroca, como veo que tratan de forzar en sus discursos, cuando realmente el barrio es lo que está hablando, nos está diciendo a nuestro alrededor qué materiales y cuáles son los objetos”.

En el espacio también dialogan dos edificios: una caja contemporánea de acero y concreto (que busca emular las jaulas en los tejados donde se tiende la ropa) ubicada al fondo del espacio y el edificio antiguo, del que se mantuvo la fachada original: “realmente el usuario no se enfrenta a falsos históricos, no estamos tratando de imitar, ni engañar, sino siendo honestos y para mí la ligereza de esta caja flotante habla de esa fragilidad con la que se debe tocar la historia, es esa forma de encajar esta intervención de forma sutil, editada, habla mucho que llego yo de una historia en la que debo de encajar pero no pisotear, debo reconocerla e incorporarla”.

Algo muy importante en una época claramente viva para el Centro Histórico de Puebla en la que se están retomando espacios, reviviendo zonas e interviniendo edificios. Algunos han sido casos muy afortunados, pero otros no tanto. Y teniendo esto en consideración, Traspatio mantiene un respeto constante, no sólo hacia adentro, sino también hacia afuera.

El concepto de puertas abiertas es otro esencial del proyecto, para que todo mundo que pase pueda ver ese patio en el que buscan que todo ocurra. “Que entres a un patio y haya una mesa donde sentarse, donde disfrutar un helado; pasa mucho con el parque de enfrente, que tiene unas actividades similares a las que va a tener este espacio, porque el domingo se pone un tianguis, entonces si tú observas, lo que pasa en el zócalo, en el parque, aquí es exactamente lo mismo”.

¿Por qué? “Porque así nacieron este tipo de espacios. Los centros prehispánicos en su origen eran centros de intercambio y ésta es una casa para todos, es un lugar de intercambio. Incluso cuando se mudan los centros prehispánicos a los centros coloniales, siguen siendo lugares de intercambio, de trueque, de hablar, de contemplar, de comprar, de asistir a un evento. Yo creo que iría en contra de la vocación de un centro urbano, histórico, colonial, contemporáneo cerrar las puertas al disfrute de estos espacios”. 

Estas puertas se abrirán en diciembre para, como afirma la arquitecta, “mostrarle a la gente la historia, que podemos convivir y podemos estar. Mostrar la historia y que los espacios buenos pueden y deben ser para todos”.

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