Okasanta. El balance perfecto entre Japón y México
El umami mexicano

La madre de cualquier cultura es la cocina. Lo que entra a las alacenas, lo que pasa por nuestros platos, todo lo que ingerimos nos nutre tanto el alma como el cuerpo. Las manos detrás de ese trabajo varían, pero las que constantemente nos apapachan a través del paladar son las de las madres, una figura central, aunque no exclusiva, en la cocina mexicana. Al otro lado del océano lo mismo ocurre en una pequeña isla llamada Japón.
Encontrar puntos medios entre ambas culturas no es tan complicado como parece, pero hay dos clarísimas. Ambas gastronomías son consideradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, título asignado por la UNESCO. El otro eslabón es la importancia de la familia, en especial de la figura materna. En este par de enlaces que conectan a nuestra cultura gastronómica con la de aquella isla oriental, fueron en los que Rafael del Río junto con sus socios se inspiraron para crear Okasanta, un restaurante cuya misión es encontrar el punto perfecto de fusión entre el recetario japonés y el mexicano.

“Okasama en japonés significa madre; fíjate que en las dos culturas la cocina está ligada a la familia, a la mamá, la abuelita que pasa la receta. Eso ocurre en las dos culturas” nos explica Rafael, quien es parte de San-tō Group, un grupo hostelero que ofrece una amplia gama de conceptos con restaurantes en Ciudad de México, Los Ángeles y desde diciembre del año pasado, en Puebla.
La otra parte de Okasanta, la que lo conecta a México, es Hoja santa, la cual, como bien dicen, representa el espíritu materno gracias a sus cualidades curativas y de sanación. La comida también restaura.