Qué difícil es encontrar un pequeño café cómodo y acogedor. En serio. Ese concepto (por culpa quizás de ciertas series televisivas y Pinterest) ha hecho que se crea que es muy fácil poner un espacio de este tipo, cuando en realidad son sitios que requieren de mucho esfuerzo, de un buen concepto y sobre todo, de mucha atención al detalle.

Clemente, un espacio reciente en el Centro Histórico de Puebla, entiende bastante bien lo que se necesita y nos ha dado uno de los mejores cafés que hayamos visto en un buen rato en nuestra ciudad.

Ahora explicamos por qué.

Al igual que muchas de las propuestas más frescas de Puebla, Clemente vio frenado su desarrollo por la pandemia. Tras abrir sus puertas en el primer trimestre de 2020, tuvieron que ponerse en pausa los meses subsecuentes. Pero este espacio de buen café (muy buen café, en verdad) y comida honesta (esta etiqueta tan manoseada aquí se vuelve realidad) ha demostrado que, cuando se hacen las cosas bien, sobreviven a lo que sea.

Evidentemente y ante todo un café, que siempre será de especialidad. Su barra de espresso es infalible, y cualquier formato de esta bebida será siempre una buena elección, pero nosotros nos vamos por su barra de extracción, en la que un Kalita será siempre la mejor opción.

En cuanto a la comida, las opciones no faltan. Sus bowls son frescos y sus molletes una delicia. Nosotros disfrutamos particularmente sus tostas: vete por la de aguacate si quieres algo salado o la de cacahuate si el antojo es dulce.

Pero lo que sí no puede faltar en tu visita es uno de sus sándwiches: el Cosme, con su mezcla de queso brie, gouda, pesto, miel y espinacas o el Magdaleno, que lleva roast beef, gouda, cebolla caramelizada, mostaza dulce y pepinillos te dejará más que satisfecho.

¿Queda espacio para el postre? Por supuesto. Su pan dulce es una delicia absoluta y sus helados artesanales son ideales para esta temporada.