Este texto no incluye propina
¿A fuerza tengo que dejar propina?
Después de un festín, dividir la cuenta y pedir la terminal o sacar tus billetes y monedas toca hacer el pago. Entonces la persona que te atendió hace esa pregunta que ya es tan común como el “¿cómo estás?” con el que empezamos cada plática: ¿quiere dejar propina? La respuesta también es automática, pero lo que ignoramos es el por qué.
La propina se ha vuelto un tema habitual en nuestras vidas. Desde darle unas monedas al cerillito que empaquetó las compras hasta a la persona que te despachó gasolina. Lo socialmente aceptado después de ciertos servicios prestados es dar propina; las reglas sobre éstas son muy ambiguas: darle a un maestro una caja de galletas después de un curso es prácticamente una propina, una inaceptable para un mesero, por ejemplo. Y es que en donde las reglas sobre este tema están casi escritas en piedra es en el ámbito restaurantero.
Escarbando un poco en la historia, el génesis de la propina está en la Edad Media. En Inglaterra los jefes y patrones comenzaron a darles dinero extra a aquellos peones que realizaban tareas de más o que las desempeñaban mejor de lo esperado. Con el tiempo esta práctica se empezó a popularizar hasta volverse una costumbre en posadas y casas de hospedaje. El tiempo pasó y cafeterías así como otros establecimientos en donde la gente prestaba servicios comenzaron a gozar de este pago no del todo obligatorio. Y al igual que muchas cosas en la historia, la propina tomó un barco y llegó a América.
Específicamente en Estados Unidos el tema de la propina siempre ha tenido debates de por medio. En nuestro país vecino se volvió común hasta después de la Guerra de Secesión —a finales del Siglo XIX—, pero los problemas empezaron cuando las empresas comenzaron a mantener salarios bajos con el pretexto de las propinas. Uno de los ejemplos más sonados fue el de Pullman Palace Car Company, quienes afirmaron que pagaban mal a sus maleteros debido a las propinas que les daban.
El tema se pone más escabroso cuando se mira de cerca el problema: todos los porteadores eran afrodescendientes. El debate más tarde giró en torno a un “escalón social”, algunos periodistas comenzaron a satanizar las propinas con el pretexto de que era de alguna manera denigrante para quien la recibía —de hecho Goerg Simmel en Filosofía del dinero (un texto del siglo XX) sostiene que la propina presenta superioridad social—, además de promover el servilismo. Y ya para el siglo XX había todo un movimiento en contra que avanzó tanto que a inicios de aquel siglo se prohibieron las tips en estados como Iowa y Tennesse. Sin embargo esta medida no duró mucho ya que para 1926 las leyes anti propina ya no existían.
Actualmente en Estados Unidos lo aceptable es dar del 15 al 20%, aunque hay gente que dice que lo correcto es dar el 20% de la cuenta antes de impuestos y el 25% si el servicio fue muy bueno. Mientras que para el servicio de Delivery, medios como Eater recomiendan dejar mínimo 5 dólares. Y así como Estados Unidos, cada país tiene sus reglas. En países como Dinamarca, Francia, Reino Unido y Suiza la propina es obligatoria, de hecho ya viene incluida en la cuenta. En Brasil la propina también es opcional y, parecido a nuestro país, lo común es dejar el 10%. También existen lugares como Japón, en donde nadie espera que se deje propina, aunque sí hay algo parecido: la kokorozuke, que es más una especie de regalo entregado en un sobre para agradecer.
En México las reglas son claras pero con varias lagunas. Aquí la propina es opcional, pero el no dejar está mal visto. El 10% es lo común, pero esto puede variar según la calidad del servicio y todo regresa al primer punto: se siente incorrecto el no dejar algo de dinero. Y tal vez este dilema sería más fácil si no tuviéramos el contexto que tenemos, en algunos lugares muy parecido al que tenían los estadounidenses.
La propina es de quien la trabaja
La propina es una gratificación, un gesto hacia aquellas personas que dieron un buen servicio; pero el no dejarla significa ciertos problemas. Según el artículo 84 de la Ley Federal del Trabajo (LFT), “El salario se integra con los pagos hechos en efectivo por cuota diaria, gratificaciones, percepciones, habitación, primas, comisiones, prestaciones en especie y cualquiera otra cantidad o prestación que se entregue al trabajador por su trabajo.” y unos artículos más adelante, específicamente el 346, dice que “Las propinas son parte del salario de los trabajadores a que se refiere este capítulo en los términos del artículo 347. Los patrones no podrán reservarse ni tener participación alguna en ellas.” Así que sí, los salarios y por lo tanto las propinas, están protegidos por la ley, los empleadores no pueden ni reservarlas ni llevárselas.
Lo que sí es común es que las propinas sean repartidas, no con los dueños porque eso sería ilegal pero sí con todas las personas que pusieron su esfuerzo para que te la pasaras bien en tu establecimiento favorito (o al que te llevaron). Lo más común es que el 10% de tu propina y la de los demás comensales sea dividido entre el mesero, el personal en general y las personas en cocina (por dar un ejemplo). Una práctica común que ayuda a que desde el garrotero hasta el lavaloza —personas importantes en todo el proceso del servicio—, tengan una compensación por su esfuerzo.
Aunque eso sí, la Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo (Profedet) pone hincapié en que si existe un reparto de propinas, la forma en la que estas se distribuyen tiene que estar estipulado en el contrato o en el manual de operaciones del establecimiento.
Otras práctica para nada buena —o siquiera lícita—, es que en algunos lugares dedicados a la gastronomía se hace un apartado que sirve como colchón para que cuando haya faltantes o platos rotos se haga uso de este dinero. De hecho esta es una de las principales razones por la cual han “cancelado” a varios espacios en cuentas como Terror Restaurantes, “una cuenta de denuncia ciudadana, desahogo y anti abuso”. El punto es que no está permitido que las propinas se usen literalmente para pagar los platos rotos.
¿Entonces cuánto dejo?
La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) dice que los restaurantes no pueden exigir propina, “es una gratificación voluntaria y no puede incluirse en la cuenta sin consentimiento del consumidor”. Tampoco hay legalmente un monto correcto o incorrecto. Lo que sí hay es una cierta responsabilidad social debido a los temas que ya hemos tocado.
Parece ser que a nivel mundial, lo común es dejar entre el 10% y el 15% del total de la cuenta. Claro, el 10% si el servicio fue bueno a secas, aunque lo mejor podría ser dejar de pensar en la propina en modo automático y sopesar si el servicio fue bueno o muy bueno y si aplica el segundo caso, incrementar algunas cifras a ese 10% acostumbrado, sobre todo si está en tus posibilidades.
Otro asunto importante a considerar es que según Data México —una plataforma de la Secretaría de Economía—, en el estado de Puebla, para el primer trimestre de 2024, hay 21 mil 800 meserxs aproximadamente, los cuales ganan un promedio de $4,500 al mes. La realidad es que no es un trabajo bien pagado, así que la propina de alguna manera sí es una ayuda que a cualquier meserx y trabajador de este medio le viene bien.
Y si bien el argumento de muchas personas que están en contra de las propinas es que la responsabilidad del patrón es que los meseros tengan buenos salarios, algo que en teoría suena correcto, en la práctica es sumamente difícil. Cambiar el sistema no va a tomar 3 días hábiles, ni siquiera un par de años, aunque ya hay algunos intentos como la reducción de la jornada laboral, una reforma que desgraciadamente sigue en espera —la cual proponía 2 días de descanso por cada 5 de trabajo— o la Ley Silla, que obliga a los patrones a proveer asientos con respaldo o sillas durante la jornada laboral a personas trabajadoras de sectores de servicios, comercio y análogos, la cual fue avalada por el Senado de la República pero sigue en la Cámara de Diputados para ser analizada.
La propina no es obligatoria, pero sí necesaria en nuestra economía. El esfuerzo de la gente detrás y delante de la cocina (siempre y cuando sea satisfactorio) tiene que ser, de preferencia, recompensado, e insisto, si está en tus posibilidades. Hay un trecho largo por avanzar en cuestiones laborales y económicas, pero por ahora la propina es coloquialmente hablando un paro para las personas dedicadas al servicio.
Por cierto, este texto no incluye propina, ¿le agrego el 10?