El verdadero significado de Atracadero

Al rescate de las pequeñas embarcaciones

El verdadero significado de Atracadero

Atracadero es una de esas palabras que puede tener varios significados. Está su definición básica: es el lugar al que pueden resguardarse sin peligro las embarcaciones pequeñas. Está también la coloquial: comer y beber en exceso. Y está finalmente la que ha llevado a Edgar Romero y Esmeralda Ruíz a tener una de las mejores marisquerías de Puebla, una que con los años han construido ellos mismos.

Ahora bien, en este último caso hay que recordar una de las máximas del lenguaje: cambia con el tiempo de acuerdo a las necesidades de quienes lo usan. Si hace 6 años le hubiéramos preguntado a Edgar (Mojarritas para los amigos) qué significaba Atracadero, muy probablemente nos hubiera contestado que es un local de 46 metros cuadrados que servía los platillos que a él le gustaría comer en una marisquería y un riesgo. Pero para el Edgar con el que nos sentamos en mayo de 2023, días antes de su sexto aniversario, es “una nueva experiencia y principalmente una gama de sabores y colores en cada uno de sus platillos, donde cada uno tiene un por qué, una historia”. Y es detrás de esa historia, no sólo de los platos de este restaurante, sino de quienes lo trabajan o incluso del mismo espacio físico, donde se encuentra el verdadero significado de Atracadero.

Como todo buen marinero Edgar había pasado por innumerables puertos y tormentas. La más reciente, la muerte de su padre, lo llevó a “huir de la realidad en la que estaba y emprender un viaje a lo desconocido”. Los Cabos, La Paz, Playa del Carmen, Cancún, Progreso, todos tenían algo que llamaba su atención pero no lo suficiente como para echar anclas. Fue un puerto sin mar, una ciudad de la infancia y una joya que encontró en el agua los que lo hicieron detener por fin ese viaje: Cholula.

“Fue en ese tiempo que conocí a Esme, mi esposa actualmente, pensé que si no me había ido de Cholula era porque en verdad me quería quedar aquí. Tenía 26 años y estaba en una etapa en la que sentía la necesidad de estabilidad emocional porque pues en todo el tiempo que anduve aquí y allá nunca tuve estabilidad, conocía a mucha gente pero era gente fugaz, algunos se hicieron parte de mi familia pero decía ‘quiero tener alguien con quien pueda compartir estas cosas’”.

Esmeralda amplía el mapa de esta historia: “Desde que abrió Atracadero siempre estuvimos juntos. Edgar y yo éramos novios pero en aquel entonces ni sabía si me iba a casar con él, así que me involucraba pero sin quitarle prioridad a lo mío”. Lo suyo es su carrera: Esmeralda es una dentista que al día de hoy sigue atendiendo pacientes.

Atracadero es en un principio una historia personal, pero también es una historia de amor.

Ambos se encontraron con un espacio que necesitaba mucho trabajo y sobre todo, un nombre. “Pensamos en Sirena, porque estaba de moda, pero ya estaba muy usado; El Kraken, pero tampoco, porque así se llama un ron. Me decía Esme ‘eso no tiene nada de impacto’. Luego El Jarocho, pues tampoco. Había una diversidad de nombres pero no encontrábamos nada. Hasta que llegó El Atracón, buscamos un sinónimo y nos encontramos con Atracadero. Cuando buscamos el significado, que es el lugar donde llegan las pequeñas embarcaciones para refugiarse de la tormenta, un lugar pequeño al que se llegan a refugiar, dijimos ‘no mames, eso es lo que necesitamos’. Yo necesitaba estabilidad, me sentía como una lancha pequeña que tocó varios puertos pero que nunca me anclé a ningún lado. Cuando hicimos el primer logo, pusimos en la ‘t’ de Atracadero un anclita y arriba de esa ancla una esmeralda, porque ella fue el ancla que necesité para poder estabilizarme, para poner este negocio”.

Esmeralda, mucho más práctica, cuenta: “Él antes contaba una historia bonita de amor, que me conoció y por eso se quedó aquí. Y creo que ese es mi papel: yo soy la persona que dice ‘a ver vamos poco a poco y con estructura’”. 

Aquel negocio comenzó un 17 de febrero de 2017 con seis mesas, sillas hechas por ellos mismos y una propuesta gastronómica que incluía platillos que Edgar había aprendido de su madre (Leo, quien a la par de llevar su carrera técnica trabajó también en restaurantes de mariscos, en los que aprendió a preparar “el coctel de camarón, los taquitos dorados de cazón y los camarones enchipotlados” que Edgar ahora cocina ), así como aquellos más le habían llamado la atención en todos los puertos por los que pasó. Mientras Edgar estaba en la cocina, Esmeralda ayudaba con las mesas: “Desde el día uno cuando yo empecé como mesera y a todos les sorprendía, supongo que por estereotipos; porque soy dentista, tengo una profesión, una carrera y son prejuicios que yo misma me he tenido que ir quitando”.

“El primer año y medio fue difícil porque teníamos clientes muy locales. El boom fue 2 años después de abrir”, Edgar narra cómo la misma comunidad de Cholula, así como la gastronómica que hay en Puebla, hicieron que ese pequeño local se llenara. Y entonces llegó el tercer aniversario, que para el chef, es el momento de consolidación de su marca: “Atracadero ha crecido según la necesidad del cliente. Porque la gente me llegó a decir: ‘sí me gustan tus tacos pero se me antojan unos camarones.’ Y no quería dar camarones, no quería hacer una marisquería tradicional. Entonces Esme me decía: ‘haz algo con lo que le puedas dar al cliente todo lo que pide pero con tu toque’. Y poco a poco fui ingresando ciertos platos como la mojarra y pensaba ‘si se acaban ya chingué’, igual con el camarón y obviamente todo esto fue con la influencia que tuve de mi mamá”, a quien a 6 años de distancia, Edgar sigue pidiendo consejo: “Ella me dice: ‘en una olla de barro pon el ajo, haz tal y tal’”. Por ese tiempo, Edgar y Esmeralda tuvieron una hija. La familia y el negocio crecieron. 

Atracadero es también, una historia familiar: madres e hijas, padres nuevos, abuelos que dan recetas o que consienten a su nieta, entre sabores y sazones.

Pero entonces llegó 2020 y con él la pandemia que lo detuvo todo. “Ahí fue cuando empecé a meterme más de lleno, porque en el consultorio no trabajábamos. Aquello fue también un cambio en mí, de seguridad, de que mi trabajo es valioso e importante y quiero hacerlo más notorio. Porque siempre he estado así de involucrada, pero siempre se referían a Edgar y mi voz no era escuchada. Concluí que si las cosas tienen que mejorar, mi voz también tiene que ser escuchada. Creo que es eso, la que cambió fui yo”.

Ya no sólo se trataba de sacar adelante un negocio, sino de hacer que un espacio que representaba el ingreso de muchas familias no desapareciera. Edgar y Esmeralda buscaron por donde pudieron: desde un negocio de birria hasta una dark kitchen hicieron que Atracadero lograra llegar a su quinto aniversario, con un Mojarritas más nervioso que de costumbre. No sólo acababa de pasar uno de los eventos más duros que habíamos experimentado como sociedad, sino que el local y la carta se habían expandido. “Es una responsabilidad muy grande tener a alguien sentado en la mesa”, concluye Edgar.

La transformación más reciente se dio con un espacio mucho más amplio, nuevos platillos que demostraran que Edgar había evolucionado como chef y como persona y con el balance que la practicidad y la habilidad de Esmeralda trae al espacio.

Hoy, a 6 años de distancia, si le preguntas a Edgar la definición de Atracadero él te dirá que es “un lugar sin pretensiones, sencillo y que te puede satisfacer e incluso te puede sorprender. Te va a dar una experiencia de confort e informalidad. Un lugar en el que podemos acoger tanto a los clientes como a la gente que trabaja con nosotros, nuestra familia. Es una gran responsabilidad para mí porque a mis clientes me gusta procurarlos, consentirlos, hacerlos sentir importantes, pero de igual manera a las personas que están con nosotros porque sin ellos no seríamos nada de lo que hasta la fecha somos”.

Por nuestra parte, y tras 6 años de ver esta historia desarrollarse, podemos decir que el verdadero significado de Atracadero es familia, es amor, es resiliencia, es querer dar algo bueno. Y de alguna manera eso siempre ha estado desde el primer momento: Atracadero es el lugar al que muchas embarcaciones pequeñas llegamos a resguardarnos de la tormenta.

¿Y sobre el futuro? “Eso es entre Edgar y yo”, concluye Esmeralda.

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