Diente de Jaguar: El botanero en la Atlixcáyotl que entiende la (fkn) vibra

Tu pones los tragos, ellos la comida

Diente de Jaguar: El botanero en la Atlixcáyotl que entiende la (fkn) vibra

El trago y la comida, si son buenos, tienen un efecto casi universal: Provocar alegría. Si bien hay mil y un lugares para juntar con éxito estos 2 grandes placeres de la vida, no se nos ocurre uno mejor que Diente de Jaguar, un botanero que te alimenta siempre y cuando tengas un trago en la mano. 

El botanero es ese espacio en el que los tragos vienen acompañados de comida —normalmente antojitos—, un concepto ya de antaño. Por años este ha sido el lugar predilecto de hedonistas, de amantes de lo relajado. Recientemente a uno de aquellos entusiastas del buen comer y el buen beber, Héctor Habid, se le ocurrió darle un pequeño pero significativo giro a aquel concepto, tomar el recetario mexicano, y algunas receta de diferentes países y ofrecerle algo diferente a lxs hedonistas de Puebla.

No podemos encontrar mejores palabras para definir a Diente de Jaguar que las que nos dio Héctor: “No somos un lugar de lujo, solo somos un lugar para divertirte, comer rico, echar un buen trago e irte a tu casa o seguirla en otra parte”.  Y es que además de sabroso, Diente es bastante accesible. Pero para que le damos más vueltas, mejor te explicamos cómo está la dinámica. 

Tú llegas a Plaza Paseo del Sur, ubicada casi al final de la Atlixcáyotl, entras a Diente de Jaguar y te sientas en la terraza, en una se esas sillas verdes que ya conoces bien por las fotos. Ves toda la carta y aquí comienza lo bueno: Para acceder a la comida, al menú completo, tienes que consumir un mínimo de $350 en bebidas alcohólicas por persona; pueden ser un montón de chelas, varios vasos de pulque o si van, por ejemplo, 4 personas, alguna botella que cueste por lo menos $1,400 ($350 x 4). 

Desde una botella de Bacardí hasta Bombay; tequilas y mezcales; tragos de la casa como el Tazo Dorado, un trago de color negro adquirido por al carbón activado y potente gracias al tequila que lo protagoniza o sus riquísimos curados de Pulque. Tu date, que hay bastante tela de donde cortar. 

Ahora que ya tienes tu trago en mano, es tiempo de escoger la comida. En la carta —la cual va cambiando de platillos cada quince días—, encontrarás rounds. Y mucho ojo aquí, que una regla de Diente de Jaguar es que cumplas con el orden de los rounds. Escoger como primer tiempo las opciones que marca el primer round, como segundo las opciones del segundo round y como tercero, lo que oferta el tercer round. Ya terminados los 3 tiempos, tienes la libertad de repetir cualquier platillo de la carta; puedes escoger uno que te encantó y quieres volver a probar, o intentar uno nuevo. 

Opciones para comer aquí sobran y lo mejor de todo es que van variando. En nuestras visitas nos hemos encontrado con maravillas como la Chancla fresa, un pan de chancla relleno de hummus de hoja santa bañado en salsa de longaniza ahumada; el Betabel pa’bebel, un aguachile rojo con betabel rostizado, rábanos frescos, nopales encurtidos, flores de cilantro, albahaca morada y cebollín frito; Tacos de cochinita; Gyros de Cecina y el Ramen López con chuleta ahumada de cerdo marinada, fideos, huevo curado y flor de calabaza. Pero estas son solo algunas de las opciones que desfilan por sus mesas. 

Si ya te juraste, o simplemente no le quieres entrar a las bebidas etílicas, no te preocupes, puedes pagar los $350 para acceder sólo al menú. ¿Tampoco tienes tanta hambre? Entonces pide una bebida sin alcohol, como un refresco o hasta una cerveza 0 y más $65 puedes pedir cualquier platillo de la carta. Aquí todos gozan y no lo decimos a la ligera. 

Desde que la idea empezó a gestarse, el propósito de Héctor fue crear un espacio para pasarla bien. “La palabra divertido creo que es constante […] que haya versatilidad, tanto en las bebidas como en la comida, la posibilidad de no aburrirte. […] Regresar y divertirte con nuestra propuesta gastronómica en un ambiente seguro, nosotros desde la música, que la tenemos curada para tener un ambiente que sea guapachoso, coqueto.“

Un balance entre música noventera, reggaetón, tantita banda, éxitos del pop, todo en armonía para que entre tragos, amigos y platillos te la pases a gusto. El espacio también ayuda bastante para la experiencia. En la entrada te recibe un mural de un Jaguar acechando creado por Foster, un artista del graffiti que ha llevado su arte a varias latitudes. Una terraza con una luz perfecta en las tardes, emplatados dignos de colgar en cualquier red social. Diente de Jaguar es un lugar que se creó para estar a gusto, sin pretensiones.

“Yo a mis 38 años disfruto mucho ir a un lugar de tenis, playera, sentarme y no sentirme observado, juzgado, ¿no? Yo vine a comer y a divertirme” nos contestó Héctor cuando le preguntamos cómo definiría a Diente de Jaguar y se nos hizo muy claro: aquí entienden la (fuckin) vibra.  

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