Brunch: El arte de desayunar tarde

Ser Foodie en 2021

Brunch: El arte de desayunar tarde

Después de muy larga espera, a finales de enero por fin los restaurantes y otros espacios dedicados al buen comer volvieron a abrir sus puertas. Pero este desempolvamiento de sillas regresó con ciertas condiciones: menos de 4 personas por mesa, algunas restricciones en fin de semana; y un horario que hace imposible una actividad que, pienso, era la preferida de muchos: las cenas que se extienden hasta altas horas de la noche. 

Pero la experiencia de compartir alimentos no está perdida del todo. Olvidamos que hay un ritual de mesa igual de placentero y que estamos seguros, cualquier foodie verá (y gozará) mucho este año: los brunches, el delicioso arte de desayunar tarde.

Café & Tocino

“One's best thoughts are turned in the channel of food”

El nombre de este ya casi verbo es de lo menos rebuscado: viene de la simple fusión entre las palabras breakfast (“desayuno” en inglés) y lunch (“almuerzo” en la misma lengua); y es eso básicamente, una comida que se encuentra en aquel limbo que sucede entre el mediodía y las tres de la tarde.   

Y aunque fue en Estados Unidos donde se popularizó, su origen se encuentra en Inglaterra, en 1895. O por lo menos, fue ahí en donde se le nombró. El responsable es Guy Beringer, un reportero británico que escribió en aquel año para el Hunter’s Weekly el casi ensayo Brunch: A Plea, en el que nos relata todas las maravillas de esta comida del día y el por qué deberíamos sustituir los desayunos dominicales por este desayuno tardío. 

In the first place it renders early rising not only unnecessary but ridiculous”. Como bien diría Guy, es innecesario, casi ridículo, despertar temprano cuando sabemos que un brunch nos aguarda en algún lugar de la ciudad. A diferencia del desayuno, según el periodista inglés y no podemos estar más de acuerdo, el brunch también es una comida alegre y social que te pone de buen humor y le da pausa a las preocupaciones. Por lo menos por algunas horas. 

Finalmente, este texto nos deja ver otra clara ventaja, una que en un contexto actual no es tan frecuente. El brunch es perfecto para curar crudas y noches de fiesta, sobre todo en domingo. ¿Y la mejor manera de hacerlo? Con más alcohol, por supuesto. Después de las 11:00 nuestras reglas morales se ablandan y un trago o dos ya no son mal vistos. Pero de eso hablaremos algunos renglones más adelante.

Un año más tarde este término llegó, gracias a los migrantes, a Estados Unidos, en donde se volvió un ritual de moda, lleno de abundante comida hecha para que cada uno de los sentidos gozaran. Ya para los años 30, el brunch se volvió un sinónimo de glamour gracias a las estrellas de cine que lo practicaban.

Con el tiempo, como suele suceder, la tradición fue bajando hasta llegar a México. Y por supuesto, a Puebla. Justo a tiempo para ser una posible alternativa a la restricción de horarios que al parecer serán parte de nuestra vida en los próximos meses.

Brunch a la poblana

Intro

Desde la época colonial, según se tiene registrado, el mexicano ya desayunaba sin escrúpulos y en grandes cantidades. Así que cuando llegó el brunch nos cayó como anillo al dedo. 

Ya antes de que la COVID rigiera nuestras vidas, el brunch comenzaba a sonar en Puebla. Uno de los espacios gastronómicos que más atención puso a sus protocolos fue Intro, del chef Ángel Vázquez.

En su carta de desayunos (que se antoja más como una de brunch), habitan clásicos para brunchear como el pan francés, el grilled cheese sandwich o sus huevos revueltos con tocino sobre pan brioche (ya lo habrás notado, en el brunch el pan abunda). Pero la verdadera clave de Intro, lo que lo diferencia de un menú de desayunos, es su coctelería. En especial sus mimosas (un invento británico de los años 20), hechas con Moët & Chandon y jugo de naranja. 

Otro excelente exponente de esta comida es el supremo Café & Tocino, dueño de una cocina reconfortante, justo como el brunch lo requiere. En su cocina se preparan manjares como el pan francés, las tortas de chilaquiles sencillas e incluso con chamorro adobado; y su clásica caja de tocino, un sándwich de queso Monterrey Jack envuelto en tocino frito.

Y fue este templo del confort en plato quien comenzó, en pandemia, a hacer del brunch una excelente alternativa. Su primer brunch fue para inaugurar su nuevo espacio en Cholula, el cual comparten con Jazzatlán. Para este evento se reunieron Luigi Tlachi, el chef al frente de Café & Tocino, con Luis Serdio de Corazón de Pollo y Marco Mellado de Leña y Olivo. Tacos gobernador, pollo frito, pan francés y chilaquiles llenaron las mesas, solo para recordarnos lo versátil que puede ser esta comida.

En Who Run The World?, el último brunch del año pasado, también estuvo presente Café & Tocino, siendo Esther Hernández, la otra mitad de este espacio gastronómico, quien compartió cocina con Osiris Orozco de Ágape, Darinka Medina de Guiiche y en la barra, Cristina Vera de Caléndula.

Por desgracia el encierro tuvo que regresar temporalmente antes de que el año terminara; y los chef tuvieron que apagar las estufas por un rato. Recién se comienzan a ver destellos de normalidad y estamos seguros, en algunas semanas los brunches comenzarán a adueñarse de los fines de semana. Mientras tanto, deberemos tener la mente abierta, no solo a nuevos sabores, sino a nuevos horarios para gozar.

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