Por: Antonio Nates

Hablar de blanco significa hablar de pureza y elegancia. En el vino es sobre todo un concepto que va mucho más allá del color, que en realidad es dorado o incluso verdoso. El término blanco va enfocado a la limpidez y pureza. Lo que muchos no saben, es que en cada categoría hay un mundo inmenso de posibilidades, y por ello debemos quitarnos de la mente cualquier prejuicio: que el vino blanco es híper ácido, insípido o peor aún, que “el mejor blanco es tinto” (probablemente el pensamiento más ignorante en el ámbito). Sin embargo, entiendo esta clase de expresiones debido a que muchos vinos en el mercado realmente no nos ofrecen un mind blowing.

Si relacionamos el concepto de blanco en la paleta de aromas y sabores en esta clase de vinos, creo que sería algo que no cuadra. ¿Por qué?, porque los sabores más clásicos del vino blanco son manzana, pera y en otros muchos casos, frutos de árbol como el durazno, melocotón, maracuyá, guayaba y un sinfín de frutas tan coloridas que si te sirvieran uno de estos vinos en una copa negra, imaginarías que son amarillos, rosas y verdes, todo menos blanco. 

Por ello, en esta pequeña guía hablaremos de 3 uvas que cambiarán la forma en la que ves el vino blanco, en todo el sentido de la palabra, desde la complejidad que tienen hasta el cómo se maridan (no todo es blanco con pescados y tintos con carnes rojas).

El nombre impronunciable es la barrera más grande por la cual no se conoce mucho en México, a pesar de que la encuentras en cualquier supermercado. Esta es una de las uvas que más aroma aportan al vino, así como sabor (en su gran mayoría tienen un toque dulce):  una explosión intensa de lychee, pétalos de rosas y especias como pimienta rosa, sabores tan distintivos que hacen enamorarnos trago a trago. Ideal para tomar en pareja viendo el atardecer en un balcón con una tabla de quesos fuertes o, mejor aún, con unos Buns de Pork Belly de Prasann. Te aseguro que este es solo el inicio al fascinante mundo del vino blanco, uno que no te defraudará.

Uvas similares a buscar: Torrontes, Moscatel, Viogner, Riesling Off-Dry.

Probablemente la uva más fácil de encontrar debido a que se produce en cualquier parte del mundo, siendo así la más versátil en precio y en sabor. Pero no te dejes engañar, el vino de bajo costo de esta uva puede llegar a ser una experiencia para nada grata que te haga regresar al tinto de inmediato.

Para evitarte aquel mal sabor de boca solo hay que saber en qué países producen excelentes Chardonnays. Tanto en Borgoña, su meca en Francia, como en California, encontrarás increíbles ejemplares de esta uva. Otra cosa a tomar en cuenta es que a la Chardonnay le gusta la barrica, por lo cual, hablando de nariz y gusto, encontrarás mantequilla, vainilla y nuez, elementos que hacen que este vino sea tan elegante como fácil de tomar. Algo tan cotidiano como una tarde de cine en casa con unas palomitas con extra mantequilla se volverá una experiencia bastante placentera con una botella fría de Chardonnay, te lo garantizo.

Uvas similares a buscar: Semillon, Marssane-Roussanne

El mejor expositor de esta categoría es la Sauvignon Blanc, aunque hay un sinfín de posibilidades. Esta categoría es la más fresca y cítrica: aromas de limón, toronja, pera y hasta vegetales como pimiento verde o espárragos. 

Te recomiendo buscar Sauvignon Blanc de Francia, aunque en el nuevo mundo hay buenas posibilidades como Nueva Zelanda y Chile. Sauvignon Blanc es la clase de vinos que necesitas para un día de mucho calor, mejor aún si se acompaña con cualquier ceviche o incluso con ensaladas (es uno de los pocos a los que les queda este platillo). La gran acidez de estos vinos te harán salivar a cada trago y créeme, después del primer sorbo te olvidarás de la cerveza en la alberca y preferirás una hielera llena de esta clase de vinos.

Uvas similares a buscar: Albariño, Gruner Veltliner, Verdejo