Margaritas de cuarentena

La cultura del placer 9

Margaritas de cuarentena

Hornear pareciera tener una cualidad única que relaja a la gente. En estos días de cuarentena he visto cómo multitud de amigos descubren sus dotes para la panadería o la repostería. Me parece genial. En mi caso, sin embargo, yo no he salido precisamente bueno para estas cosas. Lo que ocurre cada vez que lo intento es que termino estresándome más de la cuenta y lo que menos necesitamos en estos días son preocupaciones más allá de las que ya tenemos.

¿Pero saben que sí me relaja? Beber. Y descubrí en estos días que preparar tragos me relaja aún más. Entendí, tal vez mejor, el por qué hornear le ayudaba tanto a tanta gente: los procesos que requieren de pasos muy específicos y que pueden acabar en desastre, una vez conquistados se sienten liberadores.

Los ingredientes, así de sencillos.

Así fue como me encontré con la Margarita. Siempre las he odiado. O las había odiado. Se me hacía un trago demasiado simple, demasiado sin chiste. Hasta que tuve que preparar uno. No llegué a ellas por gusto, sino más bien por necesidad. Porque esos ingredientes tan elementales estaban prácticamente todos en mi casa. La receta (al menos la más básica) es en verdad simple, o eso pensé:

 

  • 2 onzas de tequila (blanco idealmente, pero lo que tengas funcionará).
  • ¾ de onza de Cointreau (licor de naranja, pues).
  • ¾ de onza de jugo de limón.
  • Sal.
  • Hielos (muchos hielos).

El Cointreau era lo único que me faltaba (ya después me dirían que toda cava respetable tiene uno, la mía al parecer no lo era tanto. Lección aprendida). Apenas lo conseguí (hay servicios que llevan licores a domicilio como el de Prissa), me dispuse a hacerlas. Si algo he aprendido de entrevistar a tantos bartenders es que el ingrediente esencial de la mixología es el hielo.

Muy probablemente el calor ayudó a disfrutar aquellas primeras Margaritas que preparé, pero más allá de eso, el tomarse un rato en medio de todo lo que estamos viviendo, descubrir que algo que pensabas en verdad simple podía traerte tanto disfrute, saber que eres capaz de hacer algo, todo eso hizo que me supieran como el mejor trago que había probado en mi vida (evidentemente no lo son, pero los momentos siempre importan). Y más aún: ver que provocaba una reacción similar en mi marido, me hizo tomarle más cariño al cóctel.

No, no es clamato. Es uno de los muchos experimentos: Margaritas de fresa.

Al día siguiente decidí experimentar: tenía unas fresas en el refrigerador que tenía que acabarme pronto, así que sustituí al limón por ellas. En lugar de sal común, usamos una sal de gusano que compramos en un viaje a Oaxaca y que no habíamos empleado nunca. Otro día decidí usar piña. Otro cambié el Cointreau por un poco de Ancho Reyes.

A las semanas de haber hecho aquellas primeras Margaritas de Cuarentena me di cuenta de que ya teníamos un nuevo ritual en casa: experimentar con este cóctel los fines de semana…y tal vez algún martes también.

Estoy seguro de que ahí afuera existe un montón de gente infinitamente más capaz que yo de hacer este trago como se debe. De hacerlo mejor. De mostrarme incluso los alcances que puede tener. Pero en este momento afuera no es lo mismo que solía ser antes. Y no sé en realidad cuándo vuelva a serlo.

Las más recientes.

Así que de momento, en estos días de encierro, calor, agobios y mil y un sensaciones que pasan por mi cabeza, el pequeño bar que he montado en mi cocina y el restaurante con el que se conectan, son lo que tengo. Y más importante aún: son lo que le permite a mi cabeza desconectarse por un rato y no pensar en absolutamente nada más que hacer felices a los que habitamos ese microuniverso en el que nos vimos de repente viviendo.

Mi punto es: si quieren preparar sus Margaritas de Cuarentena, háganlo. Si quieren volverse panaderos también, por favor háganlo. Que nadie les diga cómo vivir este proceso porque nunca nadie había vivido esto. Y lo más importante en estos días es encontrar algo, lo que sea, que nos pueda traer un poco de paz mental, así sea el cóctel más simple de la historia.

(Y por si quedaba duda de cómo prepararlas: escarchas el vaso, echas todos los ingredientes en el shaker, agitas, sirves y listo).

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