El trabajo de una, el trabajo de todas

Lilia Martínez

Ana Lilia Color-3
Lilia Martínez

Ocupar un puesto directivo en la escena cultural ha sido, en muchas ocasiones, tarea de los hombres en la que la mujer juega un papel de subalternidad: es parte fundamental del proceso, pero no es reconocida como tal. Afortunadamente, existen quienes prueban lo contrario y Lilia Martínez es una de ellas. Mujer fuerte y determinada, fotógrafa, docente y madre de profesión, durante más de 30 años ha logrado abrir paso a las mujeres que nos desarrollamos en el medio.

 

“A veces por timidez o por resistencia, las mujeres se esconden tras grandes proyectos”

Comentó contundente Lilia, en referencia a lo que muchas otras mujeres con las que platicamos para esta edición coinciden: reconocer el trabajo de una, es reconocer el trabajo de todas.

Durante tres décadas, Lilia se ha involucrado y ha desarrollado proyectos de toda índole que la vuelven un referente obligado de la cultura en nuestra ciudad, siendo quizás el más reconocido la Fototeca Lorenzo Becerril. Su origen se encuentra en unas fotografías heredadas por su abuela materna en 1976; en ellas, yacía la idea de hacer una historia paralela de la fotografía familiar y la de Puebla.

Cuando inició “a nadie le interesaba la fotografía histórica. Había mucha y muy barata. La selección de las mismas se basaba en tres premisas: que fueran fotos que hablaran de la ciudad de Puebla, como un registro de los procesos de la vida cotidiana; que cubrieran los procesos fotográficos que se han desarrollado en la ciudad; y por último que fueran de fotógrafos poblanos, para elaborar un directorio”.

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A la par de la colección, que en un inicio se llamaba Lilia Martínez, la fotógrafa trabajó otra de sus pasiones: la docencia. En 1982 comienza a dar clases de fotografía en diversas instituciones y descubre que, también éste, era un espacio masculino: “era un medio muy competitivo, sólo había hombres dando clases”.

Para 1995 logra conjuntar sus dos pasiones y forma el Centro Integral de Fotografía, un proyecto que tenía como objetivo ser escuela, fototeca, galería, librería y cafetería. Con esto, la fotógrafa y docente se había convertido también en gestora cultural con algo por lo que pocos apostaban: “Dijeron que no iba a funcionar, que me estaba gastando el patrimonio familiar”.

16 años le demostrarían a los detractores lo contrario: “egresaron 16 generaciones, presentamos exposiciones de fotografía contemporánea en una galería que llamé Pedro Meyer; la fototeca la llamé Lorenzo Becerril en reconocimiento a un gran fotógrafo poblano y la constituí como asociación civil por la importancia del material. Hasta la fecha ha tenido publicaciones en libros, catálogos, revistas, se han montado exposiciones del acervo en Bellas Artes, el Munal, el Museo de Arte Moderno, en el Museo Amparo en Puebla”.

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Su trabajo por la reivindicación y el reconocimiento de la mujer no se queda en sus propios logros, sino que ha reconocido el trabajo de muchas otras. “Ya que a mi me tocó la labor de abrir espacios para la mujer, he difundido constantemente lo que hicieron aquellas que me antecedieron”. A nivel internacional, realizó la exposición de mujeres fotógrafas en Casa de España, y gracias a la revista Alquimia, se imprimió un catálogo para reconocer el trabajo de estas mujeres: “aunque sabíamos que había mujeres atrás del estudio fotográfico, no se les reconocía”.

Grandes artistas y técnicas de la fotografía vieron cómo su trabajo era firmado por un hombre
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La literatura tampoco es ajena a la poblana. Escribiendo, Lilia también ha ayudado a reconfigurar espacios que, aunque no lo parezca, siguen siendo masculinos. Sus textos traspasan los límites de las posibilidades femeninas, para muestra sus libros: Puebla de los Ángeles 1859-1993; Casa poblana. El escenario de la memoria personal; La mesa poblana. Lugar para celebrar, convivir y brindar (de próxima aparición), y como ella misma lo llama “el postre”, su más reciente publicación: La gula, la gala y la golosina. Comer a la poblana. Actualmente trabaja en el proyecto llamado Cocina cinco fuegos que comprende la producción de libros y el blog con el mismo nombre, así como la coordinación con diferentes museos y galerías para el préstamo de objetos de la colección.

“He sido muy persistente, muy paciente, siempre he tenido muy claro a dónde quiero llegar con lo que tengo. Me he puesto metas claras y realistas. A veces soy la única mujer, y eso incomoda”, concluye Lilia, recordándonos que necesitamos siempre ver y reconocer, no sólo el trabajo de una, sino el trabajo de todas.

Durante este mes podrás ver piezas de la colección en la exposición ¿Qué te tomas? en el Museo MODO de la CDMX.

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