El primer siglo de Italpasta

100 años de una marca muy nuestra

El primer siglo de Italpasta

Un siglo parecería algo lejano, casi imposible. A veces incluso nos cuesta pensar que llegaremos a conocer algo que ha durado tanto tiempo. Y sin embargo, casi sin darnos cuenta, están en nuestra casa, en nuestra alacena o en un platillo que probamos en alguno de nuestros sitios favoritos.

En estos 100 últimos años hubieron tantas guerras como independencias; derribaron el muro de Berlín y el hombre llegó a la luna; se descubrieron cosas que dábamos por sentado que estuvieron desde siempre como la penicilina; Einstein ganó el premio Nobel de Física y los Beatles, 9 Grammys. 

También en estos últimos 100 años, en 1920 para ser más específicos, una familia de inmigrantes italianos llegó a Puebla para fundar una pequeña fábrica dedicada a crear pastas hechas con técnicas y maquinarias de su país de origen, una que poco a poco y con el pasar de los años, se ganaría un espacio en el corazón y el gusto de los mexicanos: Grupo Industrial La Italiana.

En aquel, el edificio donde todo comenzó servía tanto como expendio con venta al público como fábrica, la cual alberga equipos para producir pastas, algunos incluso diseñados y fabricados por el mismo fundador.     

ITALPASTA creció, y con ella, Puebla. En la década de los 50, poco tiempo después de que la capital del Estado obtuviera oficialmente el nombre de Heróica Puebla de Zaragoza, La Italiana instala un molino de trigo con la finalidad de abastecer a su empresa hermana, fue así como nació Molino Harinero San Blas, el cual actualmente cuenta con una planta beneficiadora de arroz, un molino para la fabricación de harina de maíz, bodegas para almacenar los granos y un CEDI. 

Y, mientras el rock sonaba en las calles y el Apollo 11 salía de la tierra, Italpasta instaló en los años 60 las primeras líneas de producción continua, lo que permitió que se introdujeran al mercado; innovando además al eliminar los graneles para individualizar a paquetes y porciones más adecuadas para llevar a más mesas mexicanas todo el sabor de Italia.  

Con las décadas siguientes, La Italiana agregó a Italgrani, la empresa comercializadora de granos que auxilia al molino en la compra y logística de abastecer trigo, arroz y maíz; a transportes Aliano, quienes se encargan de transportar las pastas y los cereales a lo largo y ancho del país. 

Hoy en día, aquel expendio de pastas que inició en Puebla una familia de inmigrantes italianos hace 100 años, se ha convertido en una de las empresas con mayor presencia en los hogares mexicanos a través de marcas como Harina San Blas, Pionera, Maratea, Galletas Gisa, arroz Italriso, Ovapasta y por supuesto, ITALPASTA.

Como hemos dicho, llegar al primer siglo no es tarea fácil, pero si hay algo por lo que Grupo Industrial La Italiana lo ha logrado, son dos cualidades que no cualquier empresa tiene: la primera es la constante innovación. Ya sea desde hacer sus propias máquinas en sus inicios durante los años 20, pasando por llevar la compra de pasta el granel al empaque, hasta importar maquinaria italiana con tecnología de última generación, La Italiana siempre ha buscado que sus procesos y productos estén a la vanguardia.

Y es justo esta característica la que nos lleva a la segunda cualidad que los ha hecho mantenerse todo este tiempo en nuestros hogares: la calidad. En cada una de sus marcas, en cada uno de sus productos, La Italiana tiene un control de calidad extremo. Sin importar el tamaño de su producción, el cuidado que ponen a la calidad es precisamente ese que hace que confiemos en sus productos, que los llevemos a nuestro hogar y a nuestra mesa.

Con sus 9 plantas de producción, 4 compañías y 12 marcas, siempre manteniendo aquella pasión y compromiso con la que arrancaron un sueño de ya 5 generaciones, Grupo Industrial La Italiana cumplen su primer siglo más vivos que nunca.

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