El Chile que (tal vez) comió Iturbide
La historia detrás del mito
A veces el recetario mexicano parece más un libro de leyendas que uno de cocina. En México siempre hemos gozado una buena historia; y es que vamos ¿A quién no le gusta el chismecito?
Entre esa recopilación de cuentos, mitos, fuegos e ingredientes la historia que cualquier poblano conoce, tanto como a la palma de su mano, es la que narra la triunfal llegada de Agustín de Iturbide y su intimidante ejército Trigarante; de cuando arribó al Convento de Santa Mónica y de cómo las monjas agustinas crearon, por inspiración divina y al momento, un chile capeado, relleno de frutas, semillas y carne, bañado en salsa de nuez de castilla y presentado con perejil y granada para imitar los colores de la bandera.
Pero esto no es del todo cierto. Y tampoco una completa mentira. La llegada de Agustín de Iturbide fue realmente el 2 de agosto de 1821. Pero el famoso Chile en Nogada ya tenía sus años. Según registros hallados por el arqueólogo Eduardo Merlo, ya había una receta muy parecida a la de los Chiles en Nogada que databa de 1741, un postre que consistía en un chile relleno de fruta, capeado y cubierto de salsa de nuez.
Como bien sostiene Lilia Martínez y Torres los elementos culinarios que conforman al Chile en Nogada ya existían desde antes: “la nogada es una salsa un poco espesa que, desde siglos atrás, ha sido un gran acompañamiento para el pescado, la gallina, las calabacitas y las cebollas rellenas. Los chiles rellenos asimismo han sido un platillo de varios siglos, inscritos no solo en los recetarios manuscritos, sino también en los impresos”, menciona la investigadora en el texto El gozo de la Nogada del siglo XIX (que puedes leer aquí). Así que solo era cuestión de tiempo para que aparecieran juntos en un mismo plato.