La Búrbula, el lugar que lo empezó todo

Orlando Morán lo ha hecho todo. Aunque no conozcas su nombre lo más probable es que hayas comido una pasta, pizza, hamburguesa o un coctel de camarón en alguno de sus muchos restaurantes; que te hayas echado un mezcal, una cerveza o una grosellita en alguno de sus bares; o que hayas bailado en alguna de sus fiestas o eventos, porque insisto, Orlando lo ha hecho todo. Y más importante aún, ha triunfado y ha fracasado. “Siempre digo que hemos abierto muchos lugares y hemos cerrado más”.
Durante casi un cuarto de siglo, este empresario, productor, DJ –y las que se sumen– se ha dedicado a “crear espacios donde la gente se la viene a pasar a toda madre”, lo cual es una forma bastante acertada de conectar y calificar sitios tan disímiles como Casa Relámpago, El Ancla y la Sirena, Carbón Central de Hamburguesas, La Champañería, Salomé y Licorería San Pedrito, por mencionar tan sólo algunos de los muchos proyectos que forman parte de su currículum. Además de esa búsqueda por hacer que las personas pasen un buen rato, otra característica que une a todos estos espacios es que si los ponemos en el orden en el que fueron abriendo (y cerrando algunos) es posible trazar una línea cronológica de cómo ha evolucionado la forma de hacer restaurantería en Puebla. Con sus apuestas, sus aciertos y desaciertos, sus errores y triunfos, Orlando (junto con muchas de las personas que han sido parte de la historia de estos proyectos) es una de las figuras que cambiaron la cara de Puebla en el nuevo milenio. Y todo eso tiene origen en un lugar: La Búrbula.

A 23 años de que abriera sus puertas en Cholula, este restaurante hoy ubicado en La Paz es uno de los que nos gusta denominar nuevos clásicos: un sitio que muchos vimos nacer, pero que para muchos otros, desde que nacieron ya estaba ahí.
Como restaurante La Búrbula es algo curioso y me atrevo a decir que necesario para Puebla. De ser el pequeño local de un joven de 18 años, evolucionaría en una de las marcas más cool para las juventudes de Cholula de principios de este siglo, posteriormente convirtiéndose en el espacio que encabezaría la renovación cultural de La Paz la década pasada y convirtiéndose en años recientes en un restaurante familiar, “de toda la vida”.