La nostalgia es una droga
Por Arturo Loría
“La nostalgia es una droga dura y adictiva que te enreda poco a poco en su telaraña fría. La memoria es un cuchillo
que tiene dos filos
y que corta por lo sano con lo que creía mío”.
-Fangoria, La nostalgia es una droga

Hannah Baker deja 7 cassettes en los que explica por qué se quitó la vida, y es a través de 13 grabaciones que va narrando quiénes fueron los responsables y cuáles fueron las situaciones que la llevaron a tomar esa decisión. Más allá del delicado tema central de la serie 13 Reasons Why (que sin duda merecería un artículo aparte), destaca el formato elegido por la protagonista: una joven de 16 años en 2016 decide hacer un registro en un formato nacido en 1962, que tuvo su apogeo durante la década de los 80 y parte de los 90, pero que para la primera década del nuevo milenio, había desaparecido.
En pocas palabras: Hannah Baker decidió usar un formato que, para el año en el que ella había nacido, prácticamente se había extinguido ¿Por qué no hacer grabaciones digitales y mandárselas vía correo electrónico, alguna red social o a través de USBs a los involucrados? ¿Por qué recurrir a un formato análogo que, hasta hace un par de años, estaba prácticamente desaparecido? Porque la nostalgia es fuerte, es muy fuerte.

Lo anterior no es precisamente una decisión de Netflix, la plataforma de streaming que produjo la serie: el libro en el que se basa ya empleaba este formato, y a pesar de haber sido publicado la década pasada, el formato de elección de Hannah sigue siendo algo curioso.
13 Reasons Why es tan sólo uno de los muchos productos culturales recientes que se sirven de la nostalgia para, no sólo poner en marcha su historia, sino para enganchar a una o varias audiencias. En el caso de la serie producida por Netflix nos topamos con adolescentes que escuchan cóvers o versiones originales de canciones como “The Killing Moon”, “Only You” o “Love Will Tear Us Apart”, publicadas originalmente entre 1979 y 1984 (habrá que agradecerle a los productores que decidan acercar al público adolescente a bandas como Echo & The Bunnymen, Yazoo y Joy Division).
La nostalgia siempre ha servido como vehículo narrativo en cualquier medio que se nos ocurra. Sin embargo, los últimos años han visto cómo distintas plataformas se sirven de ella, ya sea para contar historias, vender, acercar a nuevos públicos a viejas narrativas o todas las anteriores. Y precisamente Netflix pareciera estarse sirviendo de esto.

Una de las series de 2016 fue Stranger Things, que servía como un homenaje para la cultura, y específicamente el cine, de la década de los 80. Llena de un sinfín de referencias a la década, la serie trajo de vuelta a uno de los mayores iconos de la época: la magnética Winona Ryder. Los guiños a E.T. (1982), Eso (1990), The Thing (1982), y en general buena parte del trabajo de Steven Spielberg y Stephen King resonaron con potencia en aquellos que, como los protagonistas de la serie, vivieron su infancia en esos años. Pero también, en un público joven que ni por asomo conocía un mundo sin teléfonos celulares o internet.

Stranger Things acabaría por convertirse en una de las series más vistas de 2016 (la tercera con mayor audiencia en Netflix), recibiría un sinfín de premios, le devolvería a Ryder su merecido estatus como leyenda de la pantalla y convertiría a sus jóvenes protagonistas en estrellas. Ah, y ayudaría a que el cassette volviera a nuestras vidas.

Sin embargo, quien posiblemente sea el mayor responsable de lo anterior es una película en específico: Guardians of the Galaxy. En 2014, el filme protagonizado por uno de los equipos más desconocidos de Marvel tenía a uno de los protagonistas más carismáticos del cine de super héroes con un objeto enganchado a su corazón: su walkman y las increíbles cintas que su madre había grabado. El soundtrack de la película fue editado en todos los formatos en los que habitualmente se vende música en esta época (digital, CD y vinil) y uno que hasta ese momento se tenía olvidado: el cassette. Esta edición limitada, publicada con motivo del Record Store Day 2014, se agotó apenas fue publicada.

¿Vivirá el cassette un renacimiento como el que el disco de vinil tuvo durante la década pasada, aumentando sus ventas en un 300% por año? Eso queda por verse. Pero lo cierto es que esto nos demuestra que lucrar con las memorias pasadas sirve, y por supuesto, las industrias culturales no han sido ajenas a esto.
En los videojuegos ya veremos pronto a Crash Bandicoot y otros muchos personajes, así como consolas de décadas anteriores, volver. En la música, bandas como Blondie siguen produciendo álbumes mientras que proyectos que tuvieron éxito durante los años 90 arman giras monumentales que llenan auditorios.

¿Y en el cine y la televisión? En el primero veremos nuevas versiones de películas como Eso, Flatliners, Viernes 13 o Jumanji, por mencionar tan sólo algunas de una larga lista. Franquicias como Star Wars, Alien, Jurassic Park o hasta El Planeta de los Simios buscan expandir sus universos para que los fanáticos de ayer, hoy y siempre llenen las salas de cine.

Sobre esta línea cabría destacar el tema de T2: Trainspotting (2016), que si bien al igual que en los libros en los que se inspiró requería de una continuación, la más reciente película de Danny Boyle se desvía de los temas centrales de su fuente original para abordar uno que tenía mucho que ver con sus protagonistas: el punto de encuentro entre envejecer y la nostalgia.

La televisión tampoco ha sido ajena a este fenómeno, series como Full House o Gilmore Girls fueron revividas por, una vez más, Netflix. Y dentro de unos meses, Will & Grace nos dirá qué ha ocurrido con sus protagonistas a casi 20 años de distancia.
Justo en este formato se encuentra una de las analogías más bellas que se hayan hecho de este tema: “San Junipero”. El cuarto capítulo de la tercera temporada de Black Mirror resulta un poema audiovisual a la nostalgia. Sin develar mucho de la trama, las protagonistas de una de las mejores historias de amor de 2016, pueden viajar por un rato a distintas épocas de la historia reciente. Las vemos, de hecho, en cada una de las últimas tres décadas: los 80, los 90 y los 00s.

El episodio no fue sólo uno de los mejor recibidos por la crítica, sino que se viralizó como pocas cosas en la televisión. La razón nos es difícil de explicar: por un lado, es una gran historia, escrita y producida con suma belleza. Pero por el otro, la historia de amor entre Yorkie y Kelly nos llegó a la médula a muchos no sólo por su calidad, sino porque hizo realidad el sueño de varios: poder volver a esa época, a ese momento en el que fuimos más felices. Nostalgia pura y dura.
Y es que como bien cantaría Fangoría, la nostalgia es una droga dura y adictiva.