Sobrio es el nuevo borracho. Los coffee raves y las fiestas diurnas

Un café bien cargado, por favor

Sobrio es el nuevo borracho. Los coffee raves y las fiestas diurnas

La música está a punto de tronar la bocina. La multitud se deja llevar por el ritmo del beat. Tu vaso está lleno, caen unas gotas en el piso. No es alcohol, es un latte; de hecho toda la fiesta huele a café recién hecho. La luz no es para nada tenue, es dura porque es medio día. Es domingo y estás en una coffee rave. 

El plan ya estaba hecho. El último día de la semana, después de correr algunos kilómetros, tú y tu grupo de runners se pusieron de acuerdo para ir a una fiesta sin alcohol a las 11 de la mañana. Confías en que el lunes vas a amanecer sin resaca, porque claro, el protagonista de la fiesta no es el alcohol, sino el café, el té o incluso algún destilado que no emborracha o aquellas cervezas 0.0. No cabe duda que los hábitos han cambiado.

En meses recientes hemos visto cómo poco a poco las cafeterías se han vuelto lugares para enfiestar. De alguna forma, estos espacios que antes veíamos como un lugar casual de encuentro, un espacio ideal para platicar, han tomado el papel del bar o incluso del antro. Seguir el origen de estas nuevas fiestas es un poco complicado, pero hay algunas teorías, una apunta a nuestro país vecino, Estados Unidos, en donde en ciudades como Chicago, Nueva York y Los Ángeles comenzaron a tener estas fiestas con café. Otras fuentes indican que los responsables están en Amsterdam. Sea como sea, lo que es una certeza es el éxito de esta tendencia.

Al frente de este movimiento se encuentra principalmente la generación Z, también conocida como Centennials (personas que nacieron entre 1997 y 2012). Como cada generación, tiene hábitos de consumo diferentes a las que la preceden. Por ejemplo, según el Millennials & Gen Z in the U.S.: Consumer goods and shopping behavior de Statista —una plataforma global de datos que opera en 8 ubicaciones en todo el mundo— los centennials valoran el bienestar animal, el medio ambiente y los productos naturales y orgánicos a la hora de hacer compras; el cuidado personal, la justicia social y la diversidad también son temas relevantes para ellxs. 

Otro hábito interesante de consumo, el que probablemente haya detonado esta tendencia, es que la generación Z bebe menos que los Millennials. Un estudio realizado por Gallup revela que el consumo de alcohol en adultos jóvenes estadounidenses ha disminuido del 72% al 62% en los últimos 20 años.   

Una investigación a cargo de Appinio informa que en consumo de cerveza, los millennials van a la delantera con un 88%, mientras que de entre el resto de generaciones, X y baby boomers incluidos, los centennials tienen el porcentaje más bajo, con solo un 60%. Indicadores bastante claros.

Si tienes dudas, haz este ejercicio. Ve a la tienda de conveniencia más cercana, un OXXO, un 7-Eleven, si quieres hasta un supermercado. Dirígete a los refrigeradores y busca una cerveza sin alcohol. Hay un par de opciones, que tal vez no sientes que sea mucho, pero si piensas en las opciones que había hace una década, incluso antes de la pandemia, verás que el crecimiento va lento pero seguro. 

Según Gallup la venta de bebidas sin alcohol aumentó un 32% de 2022 a 2023, mientras que las de alcohol incrementaron sólo un 1%. Una clara brecha que marca el auge de las bebidas cero alcohol, las cuales podemos definir como bebidas que contienen menos del 0.5% de alcohol por volumen (ABV según las siglas en inglés Alcohol by volume).

Encontrar datos duros sobre México es un tanto complicado, pero sí podemos llegar a conclusiones con otras cifras. NielsenIQ lanzó un reporte que revela que el consumo de alcohol se ha incrementado un 1.5% —muy cercano a ese 1% que proporciona Gallup—, pero algo destacable es que el interés por bebidas de poca graduación alcohólica como los hard seltzers ha incrementado. 

El ejemplo más claro es el auge de la cerveza 0.0, cervezas con menos de 0.04% ABV, hechas con agua (mucha agua), malta, lúpulo y levadura. Se hace casi exactamente igual que la cerveza tradicional, el truco está en cuidar los tiempos y la temperatura, los cuales se tienen que mantener exactos para que el mosto cervecero tenga menos azúcares fermentables que eviten la formación de alcohol. 

Otro producto cero alcohol que se está haciendo terreno son los destilados y vinos sin alcohol. Hablando globalmente, existen marcas como Pierre Chavin, una casa francesa  experta en bebidas no alcohólicas que ha creado etiquetas como Les Cocottes, una gama de vinos sin alcohol que procura conservar todas sus propiedades, desde Merlot hasta Chardonnay su gama es variada.     

En cuanto a opciones locales, tenemos a Runneght, una marca que elabora destilados sin alcohol con ingredientes naturales. Actualmente cuentan con 3 opciones, el Essential Dry, una ginebra con enebro y otros 23 botánicos en 4 diferentes destilaciones, dueño de unas notas cítricas y florales; el Mezquila, que se obtiene a partir de la destilación de agave cocido más no fermentado con agaves de Atlixco, Malinalco, Guadalajara y Oaxaca; y el Rosso, un vermouth rosso con notas clásicas, elaborado con vino garnacha y chardonnay.

“La destilación no es propia del alcohol, por lo que un destilado es simplemente una separación y concentración de sabores, aromas y demás” nos comenta Fátima León, parte del equipo detrás de esta marca.

Así como las opciones, los espacios en donde se encuentran han incrementado, como es el caso de Aye Aye, una cafetería en San Andrés Cholula que ha incluido en su carta y en sus Cocktails, Coffee & Beets, formatos de fiestas de café que ofrecen algunos domingos. La carta de estas fiestas es amplia, hay alcohol, sí, pero también tienen opciones de mocktails —una tendencia que se ha ido sofisticando con el tiempo—, bebidas que se asemejan a los cócteles gracias a la variedad de ingredientes y técnicas típicas de la mixología que usan para realizarlos. Cócteles como el Tropical Gin, con Essential dry de Runneght, oleo, jugo de toronja, hierbabuena, mineral y tónica o el Espresso Aye, con la misma ginebra, oleo de limón eureka, agua tónica y espresso.

“Se empezaron a hacer virales las Coffee parties en otros lados y surgió de decir: ‘ay que padre, yo quisiera ir a una’” nos platica Fernanda, dueña de Aye Aye Café, cuando le preguntamos sobre de donde nació la idea de dar estas fiestas. Actualmente llevan 3 ediciones. Respecto al recibimiento de Cocktails, Coffee & Beets, Fernanda sostiene que ha sido muy bien acogido, “que sea temprano, que sea con DJ, eso le ha gustado a la gente”. 

Hablando de sus asistentes, Fer se ha encontrado en estas fiestas diurnas a toda clase de personas: “desde los que fueron a correr en la mañana y luego vienen por un cafecito, grupos de amigas que no son mayores de edad y también gente que sí quiere echarse un coctelito, que viene con amigos, que quiere pasársela bien y ya después el domingo en la tarde irse con su familia”. 

Un punto interesante que nos muestra Fernanda es que en consumo, el primer lugar se lo siguen llevando las bebidas alcohólicas, en segundo los mockteles y en tercero, las bebidas a base de café. Fer atribuye esto a su público, personas de 25 años en adelante.  

Otros espacios que han hecho estos formatos de fiestas es Coffee and Brew, Colectivo Records, Mía Serena, la Lattice y Promesa Coffee Shop entre muchos otros. Todo con algo en común, las ganas de fiestear sin sacrificar un buen sueño o una mañana sin cruda. Y es que por muchos buenos hábitos que tengamos, como personas siempre vamos a tener una necesidad inherente de bailar, de festejar. 

Según un estudio publicado en the Public Library of Science’s genetics journal en el 2006, científicos sugieren que en el inicio de los tiempos el baile estaba conectado a la supervivencia. Para nuestros antepasados bailar era una manera de conectarse y comunicarse. Una bastante buena, por cierto. 

Tema que nos lleva a lo que Émile Durkheim, sociólogo francés del siglo pasado, llama efervescencia colectiva, que es cuando un grupo de personas se reúne y simultáneamente participan en la misma acción (bailar por ejemplo), provocando que se cree un vínculo, que nos sintamos parte de algo más grande. 

“Cuando se empieza a compartir una experiencia y esta nace en el núcleo de un grupo, se crea un enlace de energía y excitación que transforma dicha vivencia en una especie de adicción”. Ya lo dijo Durkheim, por mucho buen hábito que haya, estamos casi destinados a festejar, ya sea con un café o con una cuba.

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