Alice B. Toklas: Cocinar para resistir

Alice B. Toklas: Cocinar para resistir

Hace unos días llegó a mí casi como una epifanía: en esta cuarentena el momento más emocionante del día es la hora de la comida. Y es que Arturo, en La Cultura del Placer, ya lo ha dicho mil veces: la comida te puede salvar la vida. Le da esa sazón que a veces falta –y nunca sobra– a nuestros días. 

Debo admitir que soy terriblemente malo en la cocina, mas no en la mesa. La comida ha ocupado un lugar muy especial en mi vida. Supongo que ese amor fue el que me hizo voltear a El libro de cocina de Alice B. Toklas, un texto que no se queda en sólo mostrar recetas, sino que va mucho más allá, se vuelve un libro íntimo, casi anecdótico que relaciona la comida, la cocina y la vida de la pareja de Gertrude Stein (quien llamó por primera vez “generación perdida” a aquel grupo de escritores de los años 20).

It’s Time to Celebrate Alice B. Toklas’ Birthday, But Who the Heck Is She?

Si bien podría hablar de su icónica receta de dulces de hachís (de mariguana pues), o de los platillos que preparó para recibir en su casa a personajes como Picasso, Hemingway o Fitzgerald, lo que de verdad me llamó la atención fue su sección dedicada a la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial. 

Al ser judías, mujeres y amantes, las cosas no eran muy fáciles para ellas, sobre todo al agregar su determinación por permanecer en Francia. Básicamente tuvieron que vivir encerradas (o casi sin salir) por casi 5 años (¿le suena familiar a alguien?). Y es que, aunque la situación de Alice, allá por los años 40, era muy diferente a la que experimentamos ahora, no pude dejar de pensar en las similitudes y el poder de la comida.

“Era una larga y perpetua Cuaresma” menciona Alice. Tras la ocupación, dejaron París para ir a otra pequeña ciudad francesa. Y como era de esperar en una guerra, comenzó a escasear el alimento. Se usaban una especie de cupones para comprar insumos limitados como pan, leche, mantequilla, huevos y carne roja, lo que significa crear postres con el doble de ingenio y llenar los vacíos en el estómago con cosas como caldo de cangrejos de río (su pièce-de-résistance) y cangrejos a la bordelesa (sin mantequilla); todo sin caer en aquellas recetas que, como bien lo dicen al inicio del libro, no “transmiten demasiado aroma a desesperación, privaciones y verduras hervidas.”

De Alice podemos aprender mil cosas aplicables a estos tiempos de encierro, pandemia y (la desagradable y mal llamada) nueva normalidad. Una cava bien provista (“al principio, como los camellos, vivíamos de las reservas del pasado”); tener un huerto con frutas y hortalizas; conseguir personalidad para comprar en el mercado negro (Gertrude creía que no era sólo con dinero como se compra en el mercado negro, sino también con personalidad), ya que uno nunca sabe lo que vaya a necesitar; y sobre todo, tener preparado un festín para la liberación. 

En el caso de Alice era su pastel de frutas del Día de la Liberación. Desde 1940, atesoró dos kilos de pomelo, piel confitada de limones, naranjas, piña, cerezas confitadas y un kilo de pasas, todo en 2 jarras de cristal bien cerradas, jarras que sobrevivieron exitosamente a la visita indeseada de un grupo de alemanes, reservadas para aquel pastel. 

Picasso's Muse and Warhol's, Too
“Significaban muchísimo para mí. Eran el símbolo de los días felices que pronto habían de llegar

 […] Ellas me aportaron gran alegría durante los increíblemente deprimentes días de ese invierno y del principio de la primavera de 1944”. Y, por supuesto, los días felices llegaron.

Una “excitación salvaje” se apoderó de Alice y Gertrude cuando una mañana escucharon en la radio que París había sido liberado. Por supuesto que celebraron con comida. Primero con sus Libérateurs, un menú con trucha, pollo, fresas y soufflés; después con tarta Frangiáni; y finalmente con el Pastel de Fruta de Liberación, aquel símbolo de resistencia. Ese recordatorio de que los malos ratos son solo eso, ratos. Días que tarde o temprano terminarán, sin importar que sea una guerra o una pandemia.

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