El humano es curioso (y tal vez borracho) por naturaleza. Desde el principio de los tiempos, por razones de salud, la gente comenzó a experimentar y mezclar de todo para lograr remedios. Los años, las décadas y los siglos pasaron y comenzaron a surgir mezclas con fines más “lúdicos”, como el Benedictine, una mezcla de 27 especias y diferentes alcoholes creada por sacerdotes franceses hace unos 5 siglos.

Como todo en la gastronomía, estas mezclas fueron evolucionando hasta ser una realidad en 1862, cuando surge la publicación de Jerry Thomas: How to Mix Drinks; or, The Bon Vivant’s Companion, una guía entera de cócteles.

Ya para 2021, estas mezclas etílicas se han vuelto el placer de muchos; tanto así que se ha ganado un día para festejarlas; el 13 de mayo, Día Mundial del Cóctel. Y como en esta redacción nos encantan los tragos, y sabemos que a ti también, para celebrar este día el equipo de Guía oca te comparte sus cocteles favoritos en distintas zonas de la ciudad para que vayas por el que más se te antoje, el que más te quede cerca o ambas.

Uno no puede decir que fue a la Licorería de San Pedrito sin haber probado la afamada grosellita; la fórmula perfecta para una noche llena de cumbias y sandungueo. Esta bebida, con un color rojizo que no se ve en cualquier lugar, tiene el balance perfecto entre lo fuerte del aguardiente y lo dulce y refrescante del icónico Lulú de Grosella, con la cantidad necesaria de acidez que le otorga la sal de gusano. En pocas palabras, sabe a México.

Me duele decirlo pero a veces, sólo en muy raras ocasiones, la chela me aburre; cuando sucede eso voy a Cantón en busca de un coctel rico, fuera de lo común, y créanme es un lugar que nunca decepciona. La última vez que fui probé el Tlatoani, una bebida a base de mezcal con carbón activado, crusta de sal de aguacate, un toque de bitter de habanero y jugo de cítricos. Lo recomiendo por su frescura, su presentación que sorprende y sobre todo por el sabor, lleno de toques y matices al paladar. 

Mi mamá me dio la vida, pero los tragos de Caléndula me dieron las ganas de vivirla. En esta pulquería y brebajería (como ellos se autodenominan) se encuentra el Atolito, un trago muy diferente a lo que acostumbramos. Este trago fresco, que marida perfecto con la primavera, lleva aguardiente poblano, atole de maíz azul (¿ya ven a lo que me refiero?), Falernum, tamarindo y sal con pinole.

Uno siempre vuelve al lugar donde el clamato lo hizo feliz y ese lugar definitivamente es Moyuelo. Me encanta pedirlo sólo (sin alcohol vaya) pero también tienen la opción de pedirlo con cerveza, tequila, vodka o mezcal (y la verdad es que todas son muy buenas). Tiene un toque de cilantro que lo hace único, y hace que el sabor del jugo de tomate se sienta más rico y complementado. Si no lo has probado te recomiendo ir de martes a jueves (su coctelería está en $95 solo esos días) a probar uno a su barra.

Necesitamos aceptar una dura realidad: el carajillo está ya muy gastado, sobre expuesto, explotado, ya ni siquiera se hace como originalmente debía de prepararse sino que tenemos una versión del concepto original…y eso no está mal. En el lado negativo, hay lugares que ofrecen versiones descafeinadas (literal y figurativamente) de esta bebida; pero en el positivo, están sitios como Salón Mezcalli, la más reciente creación de la chef Liz Galicia donde le dieron vida nueva a una bebida que ya comenzaba a aburrir ¿Y cómo lo hicieron? Conjuntando en un mismo coctel piloncillo, chocolate oaxaqueño, jamaica y, aquí viene el twist, mezcal espadín y anís estrella. Todo con su debido expresso, por supuesto.