Más Allá: traspasando los límites del libro.

“¿Aquí venden libros?”

Más Allá: traspasando los límites del libro.

“¿Aquí venden libros?”. Colores, iconos y letras llenan casi por completo las repisas blancas de este espacio sumamente iluminado. Algunos, efectivamente, son libros (al menos en el sentido clásico), otros están cerca de serlo, pero también hay fanzines, hojas sueltas y muchas otras curiosidades. 

Aquella pregunta es la que más suelen hacerle a Nicanor y Fernanda Escalera, quienes precisamente iniciaron Más Allá para traspasar los límites del libro como objeto.

En pleno corazón de Puebla, dentro de Profética –una casona del siglo XVI dedicada al fomento a la lectura–, se encuentra Más Allá, un espacio y punto de venta que se enfoca en darle visibilidad y distribuir publicaciones independientes, libros de artista y fanzines.”Cualquier libro objeto que vaya en contra, que rompa los esquemas de lo que es la publicación editorial. Desde su forma, su materialidad, su contenido, su manera de ser producido (que no vengan de editoriales grandes). […] proyectos que rompan con los esquemas de lo que tradicionalmente pensamos como el libro o el mundo editorial”, explica Fernanda sobre lo que es posible encontrar aquí.

Este proyecto, que inició hace poco más de año y medio, se dio gracias al encuentro de los dos mundos en los que están inmersos los hermanos. Por un lado, el editorial: “Nosotros siempre hemos estado rodeados de libros, nuestro papá es quien empezó con Profética, entonces siempre hemos estado muy cercanos a los libros y al comercio del mundo editorial”. José Luis Escalera es a quien hacen referencia, y quien en julio de 2003 abriría las puertas de la Casa de la Lectura.

Por otro lado, está también el mundo íntimamente relacionado al arte y la cultura: Fernanda estudió Historia del Arte y Nicanor Artes Plásticas. “Fue una manera muy linda de juntar el mundo editorial en el que crecimos y el mundo del arte en el que nos estábamos moviendo más profesionalmente.” 

“Mi papá tenía muchas ganas siempre de incluir ese tipo de publicaciones en la librería [Profética], pero es gigantesca y ahí los títulos sin lomo o con otros formatos se pierden mucho; ya que pasan de la mesa de novedades y se van al muro, es muy complicado encontrarlos, entonces nosotros vimos ese esfuerzo […]. Se lo propusimos, le encantó la idea y a partir de ahí empezamos. Nos dió rienda suelta y se volvió esto”. 

Poco a poco este proyecto fue tomando vida. Después de hundirse en algunos libros viejos, hallaron el nombre: Más Allá. “Tenía que ver con esta idea de que sí, es una librería pero vendemos proyectos que empujan esos límites”. En cuanto al espacio, Nicanor y Fernanda también decidieron romper con lo establecido. 

“Trabajamos con dos talentos poblanos. un arquitecto, Andrés Lozano, y un diseñador, Íñigo López [N. del E. y creador del diseño de Guía oca], y justo fue bajo este esquema: ¿Cómo creas un espacio en donde vendes libros en formatos distintos? ¿Cómo construyes una cosa tan dada y genérica como un librero, que en esencia son todos iguales? El espacio se construyó con un estilo que funciona como tienda, foro y arriba, galería.”

Los impresos (no) han muerto

En un mundo digital, imprimir es un acto de rebeldía. Por años se ha anunciado la muerte de los impresos, sin embargo parece que sucede todo lo contrario. No hace falta más que visitar Más Allá para notarlo.

“Sí hay una parte que se está muriendo, creo que es más en el mercado masivo. Pero con este tipo de publicaciones considero que es al revés, han agarrado mucha más fuerza en los últimos años, con las nuevas tecnologías, de lo que a lo mejor tenían hace 10 años”, considera el mayor de los hermanos. El resurgimiento de proyectos autopublicados o independientes es alentador. Y es que muchas personas encontraron en la imprenta una manera de huir de un mercado saturado, incluso una de unirse y crear comunidad. 

Fernanda retoma una frase de André Bretón que es más que adecuada para su espacio: “‘Uno publica para encontrar camaradas’, y es verdad, termina siendo algo muy de comunidad, muy de amigos.”, “En esencia es muy comunitario porque puedes ser muy buen diseñador editorial, pero a lo mejor no tienes los conocimientos de ciertas técnicas o los conocimientos técnicos de ciertos papeles y la capacidad que esos papeles pueden tener, entonces como que siempre es un lugar en donde siempre, una práctica en donde siempre necesitas de alguien más” complementa Nicanor.

Los libros y proyectos que habitan en Más Allá no son sólo impresos, son el resultado del esfuerzo de mucha gente apasionada. Justo ahí es donde radica la diferencia más importante entre ellos y una librería convencional: la dinámica que hay entre este espacio de venta y el proveedor. 

“La relación que tenemos es casi directa. […] Aquí no hay las típicas formalidades del distribuidor, estás en contacto con las personas que estuvieron involucradas en la hechura de ese libro; ya sea el propio autor, ya sea la persona que lo imprimió. Entonces eso cambia mucho las dinámicas y la relación que pasan dentro del espacio, cambian porque hay un sentimiento de responsabilidad más grande de nuestra parte hacia nuestros proveedores”, comenta Nicanor. 

“Vendes uno y te da gusto porque dices: ay, qué chido que este proyecto ya se vendió. Hasta le quieres escribir para decirle ‘ya vendí un libro tuyo’. Es una relación de amigos. Te interesa personalmente su proyecto y que le vaya bien”, enfatiza Fernanda.

“Este es un espacio que alberga a gente muy apasionada, muy dedicada, para que sus propios proyectos y de otras personas, salgan a la luz y puedan ser distribuidos y conocidos”, concluye Nicanor.

De curiosos a lectores

Las librerías tienen algo hipnótico, un aura que te obliga a voltear a verlas. Algunas tienen una fuerza tal, que te obliga casi inmediatamente a entrar para explorarlas. Eso es exactamente lo que provoca Más Allá. 

“Vienen desde diseñadores, que a lo mejor ven los libros, los consumen por la formalidad del proyecto editorial y no por el contenido. De repente aparece gente que conoce los proyectos y llegan a buscar específicamente alguno. Pero la mayoría es, digamos, un ‘qué me recomiendan’, ‘me interesa esto’ o gente que se pierde en la librería y consume lo que le llama la atención; […] pero nos damos cuenta de que sí está empezando a generar, moderadamente, un cierto público, un cierto mercado, que está constantemente regresando a ver cuales son las novedades. Creo que ese logro a un año de haber abierto es el que estamos bastantes contentos de tener”.

Tras estar cerrados por casi medio año, Más Allá se va ganando, a su paso, a ciertos lectores. Y si bien el trabajo para crear un público ha sido difícil, el futuro se ve bastante prometedor.   

“Pasan estas pequeñas cosas, como dice Fernanda, que hacen que todo valga la pena. Ya sea que llegue alguien que no tenía ni idea de a donde estaba entrando y salió con 1, 2, 8, 15 libros y una sonrisa en la cara, emocionada de descubrir un mundo completamente nuevo. Mensajes de parte de los proveedores que están contentos con la relación del negocio que tienen con nosotros. […] Eso termina siendo el combustible que nos hace decir pues órale, va.”

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