La cultura del placer 4: Vino naranja

Vino naranja en Maizal

La cultura del placer 4: Vino naranja

El vino es uno de los placeres más antiguos que tenemos, pero también uno que se ha alejado mucho de nosotros. Porque hay que admitirlo: muchos le tenemos miedo. Toda la cultura que se ha generado en torno a esta bebida pareciera haber creado una división invisible (a veces no tanto) entre aquellos que saben de vino y quienes no.

“Pero la verdad es que el vino se hizo para beberlo, para disfrutarlo.”

Por lo mismo, siempre que se habla de la cultura del vino y alguien la hace sonar como si fuese algo muy lejano, hay una persona en específico a la que me gusta recurrir: Antonio Nates.

“El vino puede ser la cosa más casual del mundo”, me contó la semana pasada cuando llegué con él por casualidad, como suelen ser los mejores encuentros. El joven sommelier de Maizal es igual de obsesivo que su hermano. Mientras Daniel, el chef, lo es con los ingredientes y la comida, Antonio puede hablar durante horas acerca de vinos, etiquetas, colores y sobre todo sabores. Supongo que será algo de familia.

Además de ser uno de los mejores sommeliers que tenemos en Puebla, es también uno de los más jóvenes, y tal vez por eso, uno de los más relajados en torno al tema. Antonio tiene precisamente esa enorme cualidad de hacernos cercano algo que muchos se han empeñado en volver exclusivo y lejano. 

Al contrario de mucha gente, él siempre invita a su barra y no te enseña, sino que te acompaña a descubrir. Por eso mismo cuando me encontré por ahí, hice lo que acostumbro siempre que lo veo: dejarme sorprender.

“El naranja es el nuevo blanco” me dijo con mucha seguridad. Una declaración de este tipo me parece tremenda, más aún si viene de alguien como él.

Ya en los blogs, páginas y revistas culinarias y de vinos se debate si el vino naranja es una moda o si llegó para quedarse ¿La respuesta de Antonio? “El vino cada vez es más divertido”. No podría estar más de acuerdo. Considero que justo eso deberíamos de hacer con el vino: bajarlo del pedestal, beber cuanto podamos, disfrutarlo, jugar con él.

¿En cuanto al vino naranja? No, no está hecho de naranjas. Existen muchas opciones para que adquiera estas tonalidades, pero la principal es que se hace a partir de la piel de la uva blanca.

El primero de éstos que probamos es una de las obsesiones más recientes de Antonio: el Livverá Malvasia, que como bien dijo, “parece jugo de guayaba”, y sin embargo los sabores de un solo trago fueron muchísimos, pero siempre mantuvo una frescura muy específica.

El segundo vino naranja que me dio a probar fue el Decoy, es un clarete, en el que se mezclan uva blanca y tinta, “un ponche básicamente”, dijo Antonio. Pero uno muy fresco.

Qué importa si es invierno, qué importa si son moda o no, los vinos naranjas son una gran opción cuando quieres beber un vino que sepa bien, que sea fresco, que pueda ir solo o acompañado y sobre todo que te haga disfrutar. Porque para eso se hizo el vino.

Como una nota adicional, recomiendo que sigan a Antonio en Instagram (@navi.antonio). Su cuenta es básicamente una guía para vinos alternativos, diferentes y divertidos que justo nos recuerdan por qué beberlo es un tremendo placer.

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