Editorial Agosto

Amarillo

Editorial Agosto

Es curiosa la historia del amarillo. Es como si alguna fuerza superior se empeñara en vincularlo con cosas poco favorables. Desde su nombre, que viene de la palabra latina amārus, que quiere decir amargo y que se le denominó así por el color que adquirían los que sufrían de ictericia, una condición en la que el incremento de pigmentos de bilis –del humor amargo– hacía que la gente luciera con una palidez muy particular.

La naturaleza lo usa en algunas especies animales como una clara advertencia de toxicidad, la prensa lo vincula con el sensacionalismo, en el teatro da mala suerte, Borges lo vincula con la ceguera, hay un virus con el que se le relaciona y en la historia de la pintura, los procesos para conseguir este pigmento han ido desde emplear orina de ganado alimentado sólo por hojas de mango hasta el uso de sustancias verdaderamente tóxicas.

Pero el amarillo se resiste y busca las formas más curiosas para asombrarnos, para llenar de belleza lo que toca. Tal es el caso del xantismo (que viene por cierto, de la palabra griega para nombrar este color, xanthos), en el que debido a una anormalidad en el patrón cromático de una especie, hace que tengamos tortugas, serpientes, ranas, peces y sobre todo aves, enteramente de este color.

Es también un color que, al menos en esta redacción, vinculamos con dos de nuestros momentos favoritos: el verano y las mañanas. Y este verano que estamos viviendo, pareciera compartir esa cualidad con el color con el que lo vinculamos: resistir. 

A estas alturas es un hecho que estamos atravesando uno de los momentos más difíciles de la historia contemporánea. Y aunque el verano suele ser la época del año que más relacionamos con la libertad y en la que se anclan muchas de las mejores memorias, éste se sabe complejo. 

Toca resistir, pero nos gustaría creer, resistir en amarillo: haciendo que la belleza se cuele pese a lo que sea y en todos lados.

Por eso este mes exploraremos sus aspectos más deliciosos: del dorado de la cerveza –que en unos días la celebraremos– pasando por ese elemento esencial de nuestra cultura que es el maíz, hasta el momento más delicioso del día: el desayuno.

También revisaremos su importante presencia en otras áreas de la cultura, como el cine o la música. De ésta última, nos quedamos con nuestra versión favorita del color: el Amor Amarillo. En 1993 Gustavo Cerati publicó su primer disco en solitario, sin Soda Stereo. Pese a que las cosas con su banda no iban en la mejor dirección, el argentino vivía un gran momento: estaba completamente enamorado y a punto de ser padre. Según Cerati, todo ese amor que vivía o estaba sintiendo, era algo tan único, tan cálido e infinito, como el sol.

Y así queremos que sea este agosto: algo único, y algo en lo que si toca resistir, sea a través de la belleza.

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