Isabel iba a ser escritora, pero se lastimó la muñeca. Es buena con lo abstracto. Cree firmemente que “la simplicidad ve lo uno y lo múltiple, pero no es capaz de ver que lo uno, al mismo tiempo, puede ser múltiple”. Hace ya varias horas la inundó la sensación de que las cosas podían ser diferentes, por eso no tiene hogar y anda por ahí buscando en dónde habitar(se). Actualmente se localiza en el otro lado del Atlántico queriendo definir su verdad.
María, por su parte, le toma fotos a la comida. Le obsesionan las líneas, las palabras con “ch”, el erotismo y la piel. Las ilustraciones minimalistas con líneas y fotografías son los lenguajes en los que se comunica. Le apuesta, a largo plazo, al fotoperiodismo en zonas de conflicto y está convencida de que hay algo más; se niega a conformarse. Por lo pronto, la encontrarán dibujando con los ojos cerrados y, seguramente, tomándole foto a un helado.