Álamo Negro: sueño de un domingo de verano

Un restaurante de patio

Álamo Negro: sueño de un domingo de verano

En la vida, entre más pasan los años, más se disfrutan los fines de semana. Después del estrés del día a día, nada como un sábado y especialmente un domingo para relajarse y sentir, aunque sea por un momento, que el tiempo se va lento, sin prisas y sin pendientes. Estos pocos espacios de la semana pueden ser mejorables; a la ecuación del domingo agrégale un par de amigos, una terraza y un poco de todo. Alguien lleva vino, alguien lleva pasta, otro más pide la pizza y a ti te toca poner la casa. 

Las risas sobran, las copas nunca dejan de estar llenas y de pronto, el mundo es un lugar mejor. Justo aquella sensación es la que buscan conseguir en Álamo Negro un restaurante de patio, cómo bien lo definió Fernando Arcos, quien junto con su esposa Elisa lograron crear un espacio en donde todos los días se sienten como un domingo en la terraza.

“La realidad es que a nosotros (Fernando y Elisa) nos gustan mucho las pizzas, […] nos gusta ir a visitar diferentes restaurantes de pizza, un día le dije: oye por qué no un día intentamos hacerlas y así fue, entre broma y broma” nos confiesa Fernando, un verdadero apasionado de la comida.

La carta se fue haciendo sin que él o su esposa se dieran cuenta desde hace muchísimo tiempo, incluso desde antes de que pensaran crear este proyecto. Un vistazo a su menú basta para entender de lo que hablamos: pizzas que conviven con empanadas argentinas, tortilla española, pulpos a la gallega. La cocina del Álamo es un conjunto de antojos de una vida entera. 

“Un día fuimos a España y nos gustó la tortilla española, […] luego me fui a Argentina, me gustó mucho el tema de las empanadas y la pizza, entonces de ahí salió: ¿por qué no le metemos ahí algunos toques argentinos? Todo fue saliendo, digamos, de lo que nos iba naciendo del corazón, literal fue una cuestión de gusto, de sabores, de ir experimentando”. 

Todo se unió, se armonizó y listo. Una cocina en la que siempre hay algo para todos los antojos, todas las ocasiones y todos los paladares. Un lugar que se siente como una tarde en la que te reúnes con amigos y cada quien lleva lo que más les guste para compartir.

Pero la comida no lo es todo. Si bien cada platillo tiene su estrella, los sabores se complementan con otro elemento fundamental, un elemento que comparte protagonismo; el espacio que mezcla la botánica con la arquitectura.

“Dentro del local hay un tronco de árbol de álamo, […] dejamos el árbol ahí en el restaurante, el tronco solamente. De ese tronco estamos echando raíces a esto que estamos diseñando, visualmente el tronco es lo que nos anclaba al lugar, y de ahí las ramas son las nuevas formas de sabores que salen del restaurante. Así fue la idea.”, en pocas palabras, un espacio diseñado para que la gente se quede, para ir a disfrutar un buen rato.

“Yo creo que si nos visitan la primera vez, lo más seguro es que regresen 2 o 3 más”. Álamo Negro es un espacio vivo. La comida abunda, sí, pero también las plantas. Cuando esta pizzería comenzó se unió con Beautanical para además poder vender las plantas que habitan las 3 terrazas que la conforman. Respecto a estas terrazas hay mucho que decir. Cada una tiene una esencia única que las hace diferentes: un espacio para amantes de la cerveza artesanal dominada por una barra desde la cual se ven las cervezas que manejan; otra terraza acogedora, perfecta para ir con amigos o familia; y una terraza más en donde las plantas se roban la atención de quien los visita.

El tiempo no se puede detener. La tierra nunca va a parar. Pero de vez en cuando aparecen restaurantes como este, lugares que consiguieron crear la fórmula perfecta para que las horas se pasen lentas, para que los días se alarguen. Álamo Negro descubrió el poder de un buen vino, de una pizza exquisita y de un espacio verde. Álamo Negro encontró la respuesta a una vida que aturde: una pizzería en donde todos los días son un domingo entre amigos. 

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